Día 365+228
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Alguna
ves le has preguntado a algún hombre si le hubiera gustado ser mujer? Yo que
recuerde, una pregunta así tal cual, no; pero lo que sí he oído es
conversaciones donde noto que los hombres no aceptan ser feminizados. Ejemplo
más claro sobre esto es el juego de los albures en México, porque detrás de
todo ese palabrerío, que parecen insignificantes, lo que se esconden y buscan
los contrincantes en reducir al otro a mujer, el poseerlo, penetrarlo, gana
quien es puesto en un plano de sumisión.
“Siempre es
difícil describir un mito; no se deja asir ni cercar; asedia a las conciencias
sin jamás haberse plantado ante ellas como un objeto fijo. Es tan ondulante tan
contradictorio, que al principio no se descubre su unidad. […]” (p.143)
Los mitos al no
estar basado en hechos comprobables, como en el caso de la ciencia, no podemos
hablar de leyes que le sean constantes. Un mito al ser parte de una cultura que
pasa de generación de boca en boca por sus habitantes, va perdiendo, ganando,
aumentando o disminuyendo y casi nunca pasa idéntico de unos a otros. Por eso
el mito es algo escurridizo, no se puede atrapar, ni es propiedad exclusiva de
nadie, cada persona le pone o quita. Este es el gran dilema con todos aquellos
mitos que rodean a las mujeres, mitos como lo relacionados con la menstruación,
pero de esto hablaré más adelante en otra entrada. [1]
No hay comentarios:
Publicar un comentario