martes, 22 de octubre de 2013

¿Por qué las mujeres no nos comportamos igual que los hombres en lo sexual?

Día 365+224
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





La educación familiar a los niños y a las niñas no es igual en nuestra cultura mexicana (¿en dónde sí lo será?), a los primeros se les dicen cosas como que los hombres no lloran, sea machito, eso es cosas de viejas, a quién le dan pan que llore… y a las niñas que cierren las piernas, ese juego es de niños, no sea marimacha, dese a respetar… Los niños se les pone la categoría de rudos y a las niñas de delicadas. Si nos enfocamos en el ámbito sexual esto es claro en los ejemplos que puse anteriormente, los hombres son machos con una gran libido que no puedes controlar y las mujeres deben ser sumisas, moderadas, recatadas, puras y vírgenes.



“[…] Las costumbres están muy lejos de otorgarle posibilidades sexuales equivalentes a las del hombre soltero; en particular la maternidad le está punto menos que prohibida, puesto que la madre soltera es piedra de escándalo.[…]” (p. 134)



Toda mujer que tiene una vida sexual libre de prejuicios se les llama ramera, puta, arrastrada, etc. ¿Por qué? Porque la norma moral social dicta que una mujer no “debe” acostarse con varios hombres, eso es “cosa de hombres”. ¿Alcanzas a ver la trampa? Creo que todo esto tiene que ver con un control claro y preciso contra las mujeres, y las mayores vigilantes al respecto son las propias mujeres.


Desde una edad muy temprana se los taladra con una serie de ideas a las mujeres, y también a los hombres, de lo que se debe y no hacer con argumentos de que eso es malo y esto también y no se nos dan “armas” de elección, sino mecanismos de temor e ignorancia. Creo que el problema no es ser o no ser promiscuas sino por el motivo que se hace, si es por elección, ¿Por qué tendría que ser calificado como malo, sucio o impropio? ¿Qué opinan al respecto?[1]































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