Día 82
Lectura:
Fuentes, Carlos: Las buenas conciencias.
México,
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
Recuerdo
que cuando era pequeña al llegar a casa de mis abuelitos maternos, me parecía
toda una experiencia, porque al entrar a su casa, de gran tamaño, todos los
rincones parecían importantes, misteriosos, dignos de espiar, con sus tres
pisos, grandes closets, habitaciones y hasta los baños daban mucho que revisar.
Siempre sentí que ellos eran ricos, pero con el paso del tiempo me di cuenta
que no era así, que todo aquello que yo veía era el producto de años de trabajo
y dedicación para que ese hogar fuera tan gran y bonito, hecho para sus ocho
hijos. Así que ahora que leo sobre una cosa, pienso en todo aquello que puede
significar:
“Ésta
es la gran casa de cantera, habitada hasta el día de hoy por la familia. La
historia de Guanajuato ha patinado sus muros de piedra rosa.”.[…]”(p.11)
Con
sólo ver esta descripción, puedo decir que la familia Ceballos (protagonista
hasta el momento de lo poco leído de este libro) es de una posición económica
privilegiada, porque el tener una gran casa ya lo es, pero que además sea con
cantera significa más. No sé mucho de arquitectura, pero lo que sí puedo notar
es que todo trabajo hecho con cantera[1]
va más allá de una simple labor, es arte e historia, y como tal vale mucho más.
No cualquiera tiene una casa con cantera y menos una gran casa.
¿Cómo
es tu casa? ¿Consideras que el hogar de cada familia dice más de lo que
imaginamos? O ¿sólo es una cuestión de pose?
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