sábado, 6 de julio de 2013

Guárdarme un secreto

Día 365+115
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.



Todas las personas tenemos secretos que no compartimos, o casi nunca comentamos con otras personas, ¿por qué? Porque un secreto es “[…] Lo que cuidadosamente se tiene reservado y oculto.[…]”[1] y si lo llegamos a confiar a alguien es con la idea de ser escuchados, pero nunca juzgados o más bien, nunca revelar dicho secreto.


“[…] Ya entonces, a los dieciocho años, padecía yo una debilidad de carácter que me ha perjudicado siempre mucho, más es mi respeto hacia mi mismo que para , y que consistía, y consiste, en que no soy capaz de guardar un secreto, aunque me jacto de ser un hombre reservado y poco amigo de confidencias personales. […]” (p.15)



Cuando una persona tiene esta debilidad de no poder guardar nada de secretos, por desgracia llega un momento donde ya no es de confiar, porque algo que no debería de haber dicho lo termina “despepitando”.
Pero ¿qué es lo que empuja a alguien a ser así? Siento que para empezar se tiene que ser chismoso, no discreto, para poder tomarse este tipo de atribuciones; igual y exagero y la culpa no es de quien lo repite, sino del que lo cuenta, porque si un secreto es tan importante al punto que de nadie debería enterarse, entonces no se debería confiar por ninguna circunstancia. ¿Tú me contarías un secreto? [2]









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