Día 365+126
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Como
me gustaría vivir en la época de las cavernas donde el hacer nuestras
necesidades fisiológicas, orinar y defecar, no creo que fuera un problema
porque el campo, la vegetación, el medio ambiente al estar libre de
construcciones y lugares especiales para hacerlo, era una liberación y no un
gran tabú. Así que tal vez te parezca esta una entrada muy escatológica pero de
gran verdad: los seres humanos sufrimos al surrar. ¿No te parece?
“[…] Cuando salí del baño, transido de calma y felicidad,
y no sin haber tirado de la cadena y limpiado con papel higiénico los bordes de
la taza (ese fue uno de los consejos de mi madre antes de que me fuera a
Madrid) […]" (p. 40)
Si
eres mujer me darás la razón que uno de los grandes sufrimientos, de todas
nosotras, es entrar a un baño, bajarnos los pantalones, o subirnos la falda,
sentarnos en la taza y sentir esa
desagradable humedad sobre nuestras pompas o piernas, provocado en su mayoría
por hombres –aunque también hay mujeres que también lo hacen, que al orinar
salpican todo-. Por eso pido a todas las madres que les den a sus hijos el
consejo de la anterior cita, y a los adultos educación y conciencia ante los
otros, porque no vivimos sólo y todos tenemos necesidades, en especial las
mujeres al sentarnos.[1]
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