martes, 16 de julio de 2013

Tiempo muerto

Día 365+126
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.



Vivir en una ciudad donde la mayoría de las personas viven a un ritmo acelerado, ajetreo constante, sin descanso y saturación de actividades, nos mete, en muchas ocasiones, también a ese ritmo, que no siempre es el mejor; aunque hay personas que aseguran que no se sientes “felices” si no están a ese ritmo constante, pero la pregunta que podemos hacernos, si estamos en este ambiente, es: ¿Qué pasa, por ejemplo, cuando tenemos que esperar para entrar a un consulta y nos enfrentamos un largo tiempo de inactividad? ¿Cómo nos sentimos al no hacer “nada”?


“Permanecí sentada en ella exactamente tres horas menos cuatro, con las rodillas juntas y los codos apoyados en los muslos y mirando  tontamente al vacío, o las cortinas algo sucias de la ventana, en una actitud como de velatorio, de tiempo lento o muerto que no acaba nunca. […]" (p. 35)



El tiempo en que se cree que no se hace nada es uno de los peores terrores para los citadinos, porque curiosamente se tiene la idea de que es indeseado y un desperdicio,  aunque en el fondo el verdadero problema es que no se sabe qué hacer con él. Las personas que evitan estar sin hacer nada es porque en el fondo, o por lo menos es lo que he escuchado en algunos programas de televisión y radio (que no recuerdo el nombre), no se enfrentan con sus temores y en especial con la soledad.


El tiempo libre es uno de los mejores pretextos, que nos debemos procurar más, para tener la oportunidad de meditar, respirar y tratar de estar en paz. ¿Cómo ves?[1]














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