jueves, 18 de julio de 2013

Una buena bebida

Día 365+127
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.



¿Será que el tomar una buena bebida, en especial vino, es una de las cosas más agradables que podemos vivir? Yo no me considero catadora, ni mucho menos conocedora, sobre vinos y licores, pero sé que hay a personas que esto les provoca un gran placer, porque dicen que no es lo mismo tomar uno que otra, que la sensación ante el paladar es especial.


“De modo que aquella noche no sólo conocí la emoción de viajar en taxi, el cocido de Lhardy, la proximidad de los ricos, el vino de la Rioja, lo puros Rey del Mundo y el coñac francés: también probé por primera vez el whisky de malta, que tantas ocasiones de recóndita y bien administrada felicidad me sigue procurando en la vida, las pocas veces en que me puedo permitir la adquisición de una botella. […]" (p. 54)



Me imagino que aquellas personas que disfrutan mucho de un buen vino (si alguien sabe de esto les suplico que me recomienden uno que esté al alcance de un bolsillo de clase media) le darán la total y absoluta razón a la anterior cita, pero para aquellos que nos proclamamos ignorantes ante el tema tendremos que probar para saber si esto es vedad, mentira o sólo un mito. Claro está que aquí no hablo de aquellas personas  que toman lo que sea para sólo emborracharse, sino de los que disfrutan de una buena copa sin embrutecerse. ¿Tú qué opinas?[1]
















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