Día 365+202
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Qué tiene que ver la maternidad con un ancla? Lo primero
que quiero decir es que la maternidad es algo que nos marca a las mujeres, para
empezar el estar nueve meses embarazadas, después el parto mismo y después al estar
de planta en casa, desde ese momento, atendiendo todo lo relacionados con los
hijos; he escuchado a mujeres que también consideran al esposo como otro hijo
más que tiene que educar, atender y comprender. Como lo he mencionado, en
entradas pasadas, estos cánones de conducta han cambiado con el tiempo, y esto
para muchas personas significa una pérdida de valores (cosa en la que no ahondaré
ahora pero no estoy totalmente de acuerdo). Pero si partimos de lo que mencioné
anteriormente, las mujeres si con ancladas, en muchos casos, a sus hijos y casa,
por el sólo hecho de ser ellas quien paren.
“La maternidad
destina a la mujer a una existencia sedentaria; mientras el hombre caza, pesca
o guerrea, ella permanece en el hogar. […]” (p. 69)
Quise tomar esta
nota porque creo que es de suma importancia que las mujeres valoremos lo que
implica, por lo menos socialmente, el embarazarnos. No estoy en contra de la
maternidad ni a favor total, porque creo que una cosa es ser madre por libertad
de elección a ser víctimas del destino, un destino que en muchas ocasiones es
social y que las atrapa en la repetición infinita de las actividades hogareñas.
La mayoría de nuestras abuelas y madres,
fueron ancladas forzosamente, no decidieron esta situación, sino que por el
sólo hecho de ser mujeres se le impuso dicha tarea. Así que bienvenida la maternidad
siempre y cuando sea de manera consciente y no forzada. [1]
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