Día 365+220
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Mucho
de lo que pensamos y hacemos es lo que
nos define como personas particulares, y tiene mucho que ver (por no decir que
casi todo) con lo que nos enseñaron a lo largo de nuestro crecimiento de niños
a adultos. Seguramente me podrás decir que entonces dónde queda tu libre
elección, y yo pensaría lo mismo, pero por más trabajo que nos cueste
entenderlo también nuestra libertad es tocada por lo que nos fue dado en
nuestra familia y país. Si nos enfocamos únicamente en las mujeres, podríamos
preguntarnos ahora: ¿qué aprendemos las mujeres en nuestra
sociedad actual? ¿Somos una generación modernas mujeres o aún estamos atadas a
las exigencias de la sociedad?
“Lo países
latinos, como los países de Oriente, oprimen a la mujer por el rigor de las
costumbres aun más que por el de las leyes.[…]” (p. 122)
Nosotras por ser
mexicanos, y pertenecer a la comunidad latina, tenemos una serie de costumbres
y creencias que pesan más de lo que nos imaginamos, y esto lo podemos ver desde
el momento en que aún hay un gran número de parejas que se casan porque están
embarazadas. ¿Pero no que ya somos mujeres independientes, trabajadoras, que
elegimos nuestra vida y destino? En una parte sí, pero por otra todavía no, y
cuando digo esto me refiero a que no podemos quitarnos nuestra “piel” cultural
del todo. Por ejemplo: una chica exitosa decide casarse, sin estar embarazada,
porque es con lo que ha soñado desde pequeña, ¿acaso este ideal no es nacido
por los ritos de su cultura? No quiere decir que esto ya no debería de ser así,
sólo que si tomamos conciencia de que gran parte de las cosas que hacemos y
decidimos están basadas en nuestra cultura, bien podemos hacerlo con total y
absoluta conciencia y elección, ya no dejándonos arrastras por lo que “debería”
ser, porque al final, y en muchas ocasiones, pesa más las costumbres que la
leyes, ¿no te parece?
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