domingo, 6 de octubre de 2013

Mis propiedades hasta la muerte

Día 365+207
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.






Cuando los seres humanos pasamos de la vida nómada a la sedentaria, buscamos organizarnos como comuna y determinar en qué parte de la tierra viviremos. De aquí es de donde surge la propiedad privada, como ya lo comenté en alguna otra entrada a mi blog. Esta propiedad privada no sólo acarrea organización sino también lucha de poder por quienes quieren más de lo que necesitan, se vuelven avaro, característica que para muchos es inherente al hombre mismo.



“[…] la propiedad privada […] Se comprende la importancia de esta institución si se tiene presente que el propietario alinea su existencia en la propiedad, a la que aprecia más que a su vida misma; […]” (p. 80)



Seguramente conoces a alguien que es lo suficientemente avaro, ojalá no seas tú no porque sea incorrecto pero porque sí es una trampa el sistema económico capitalista, como para valerse de cualquier tipo de artimañas para conseguir más propiedades. Como bien dice Simone de Beauvoir la propiedad se vuelve más importante que la vida misma.


Por desgracias al vivir en un sistema en donde el capital se mueve por la compra y venta de artículos, creemos que sinónimo de ser mejores es el tener más, pero esto bien sabemos que no es verdad. Pongamos el ejemplo de una persona que trabaja más del tiempo completo, jornadas de 12 o 14 horas, para poder lograr tener más lujos, más carros, más casas. Todo parecería que todo aquello lo “debería” hacer feliz, pero no es así. Su salud se deteriora y no tiene tiempo para descansar. No dudo que habrá quien sí disfrute todo aquello, pero me cuesta trabajo pensar cómo, si no es porque tenga dinero recibir de una herencia.[1]















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