martes, 7 de enero de 2014

Las mujeres aprendemos a renunciar ¿a qué?

Día 365+301
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.



2008, Mujer-Objeto, plumilla y tinta china, 23x30 cm.


¿Eres mujer u hombre? ¿Recuerdas cómo fuiste educad@? Si eres mujer ¿había cosas que se te prohibía hacer, decir o desear por el sólo hecho de serlo? Nuestra especie, como es bien sabido, está dividida por dos grandes géneros, el femenino y el masculino; esta división no ha sido sólo marcada, por muchos integrantes de la humanidad, biológicamente sino que se ha insistido, a lo largo de los siglos, en que también es de manera moral y sicológica. Las mujeres hemos sido consideradas como el género débil, el que no tiene carácter, el que no sabe decidir, el que tiene que obedecer. De esta forma muchas mujeres han crecido y pasado dicha enseñanza a sus hijas e hijos.



“[…] Desde la más servil hasta la más altanera, todas aprenden que, para complacer, tiene que abdicar.[…]” (p.276)



Pero bien valdría la pena preguntarnos si esto que se dice que somos las mujeres (débiles, abnegadas, indecisas, lloronas, etc.) es algo natural o que aprendemos y decidimos. Yo estoy convencida que lo aprendemos, en un primer momento de nuestras madres, o la figura materna que tengamos, y después de todo lo que nos rodea, amigas, compañeras, etc. Con el paso del tiempo hay algo que aprendemos muy bien, que es lo que la cita no dice, que para ser aceptadas, considerando que esto significa ser complacientes con los demás, aprendemos a renunciar, ¿a qué? a decidir, a ser fuertes, a arriesgarnos, a Ser nosotras; y de aquí perdemos nuestro ser para convertidos en un objeto para los otros, en especial para los hombres. ¿Qué opinas?[1]











No hay comentarios:

Publicar un comentario