Día 365+295
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Las
mujeres, por muchos siglos, fuimos obligadas de desistir de los deportes en
especial de todos aquellos en los que se tiene que usar más fuerza y violencia,
como las peleas, cargar pesas, fútbol, etc. Con la idea de que eran deportes
que ellas, por creerlas débiles, no tenían las características físicas ni
psíquicas para desarrollarlas.
“[…] Le siguen
siendo accesible los deportes; pero el deporte que es especialización, sumisión
a reglas artificiales, no ofrece el equivalente de un recurso espontáneo y
habitual a la fuerza; se sitúa al margen de la vida […] La muchacha deportista
jamás experimenta el orgullo conquistador del muchacho que ha puesto de
espaldas a un camarada.[…]” (p.271)
Actualmente las mujeres están participando prácticamente
en cualquier actividad deportiva, pero hay algo que llama mi atención, que las
mexicanas (al igual que los mexicanos) han desarrollado un singular gusto por
el fútbol. Esto puede ser por dos motivos, el primero por moda, por ser lo que
la mayoría hace, y otras por la oportunidad que da este deporte de atacar,
burlar y hasta golpear al contrincante. Esto de lo que nos habla Simone de
Beauvoir en la anterior cita, creo que es brincado con este deporte porque
muchas mujeres experimentan, no sólo en una pelea escolar o callejera, este
desafío de dominación ante el otro por este medio. Así que el acceso de las
mujeres al deporte nos ha dado la oportunidad de no sentirnos, ni ser, como la
ideología que dice que las mujeres somos débiles e inaptas para dichos retos. [1]
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