Día 259
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Si entendemos por
belleza como “[…] la característica de una cosa que a través de una experiencia
sensorial (percepción) procura una sensación de placer o un sentimiento de
satisfacción.[…]”[1]
podríamos considerar bello prácticamente a lo que sea; desde una persona,
animal, planta, sentimientos, objetos, edificios, comida, artesanía, etc. Todo
aquello que nos produce ese sentir. Ahora que si queremos hacer algo bello,
planeado, y que además fuera de carácter universal, tendríamos que buscar
aquello que lo hace bello, para que todos (no importando lugar y época) lo pudiéramos
apreciar:
“[…] La belleza de
Nueva York tiene una base completamente distinta. Es una belleza no intencional.
Surgió sin una intención humana, algo así como una gruta con estalactitas. Por
mas, que en sí mismas son feas, se encuentran casual mente, sin planificación,
en unas combinaciones tan increíbles que relucen con milagrosa poesía.” (p.94)
Pero si pensamos,
como en la anterior cita, en una belleza virgen, sin mano ni plan de un hombre,
es aún más maravillosa, porque al coincidir factores, que aparentemente no son
bellos, pero que en conjunto lo son, nos desconciertan e intrigan. Imaginemos
unas cascadas imponentes y bellas que al verla nos impactan. O en un rostro que
al ver sus partes por separado, los ojos por ejemplo, no son bellos, pero en su
totalidad lo hacen ser así, y por ello uno no puede dejar de admirarlo. ¿Crees
que es igual, más o menos bello algo planeado que algo casual?
Yo creo que aquello
que es bello desde su origen lo es más que lo planeado, por lo menos si pienso
en una persona. Una belleza natural, en este sentido, es más agradable a la
vista que una artificial; la segunda delata que ha sido producida. Ahora, que
si me salgo de esta idea muy limitada de belleza, tal vez las cosas cambien.[2]
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