Día 365+174
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Para que alguien sea considerado opresor es porque ha
ejercido opresión en otro; esto puede sonar obvio, lógico, y podríamos creer
que no cabe la aclaración, pero sí es importante comentarlo porque esto
conlleva a que se puede dividir a las
personas en dos grupos: los opresores y los oprimidos. Si estos primeros no
existieran entonces no cabría la relación hacia el segundo. Vamos a traducir lo
dicho según el género: Hombres y mujeres. ¿Qué papel crees que les toque jugar
a cada uno?
“[…] Uno de los
beneficios que la opresión asegura a los operadores es que el más humilde de
ellos se siente superior (p. 26)
Los que comúnmente juegan el papel de opresores son los
hombres contra las mujeres, los hijos, los padres (en especial si son
ancianos), los empleados, etc. Aunque
también hay mujeres que juegan este papel, pero son menos.
Imagínate a una mujer caminando por la calle, de pronto
un hombre en carro le grita “hermosaa…”,
pasos más adelantes unos trabajadores en una construcción le grita
“ricuraa…” y finalmente, otro hombre le susurra algo en el oído. ¿Por qué crees
que estas tres personas creen tener el derecho de molestarla? Como bien dice la
cita, todos aquellos que pertenecen al grupo de los opresores, ricos, pobres,
estudiados, analfabetas, altos, bajos, etc. Al sentirse superiores, por ser
parte de este grupo, se les otorga el poder para ejercerlo. [1]
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