Día 365+357
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Quién
es la reina de la casa? La mujer. Cuando
una mujer decide tener una vida marital dedicándose sólo a labores del
hogar, ella es la reina, ama y señora de esa casa, y como tal la limpia,
organiza, da órdenes, cuida que todo esté en su perfecto lugar, decora, etc., y
todo es porque ella es la que está más tiempo en el mismo. ¿Qué pasa con la
pareja? El trabajador, que es el hombre, sale de casa y por tal motivo pasa la
mayor parte de su tiempo fuera de la misma, regularmente sólo llega a
descansar, ¿a él le interesa hacer todas estas actividades?
“[…] El hombre
sólo se interesa mediocremente por su interior, puesto que accede al universo
entero y puede afirmarse en sus proyectos. En cambio la mujer está encerrada en
la comunidad conyugal: para ella se trata de transformar esa prisión en un
reino. […]” (p.407)
En cierta forma el hogar en que muchas mujeres se
encuentran actualmente sí puede llegar a convertirse en una especia de prisión,
porque las actividades domésticas nos encierran en un círculo vicioso, que le
llamamos lo cotidiano, lo rutinario, del cual se es prisionera, y no es que
realizar dichas actividades sea evitables, son necesarias como medios para
vivir, sino que no nos llevan a un fin como tal. Se recoge todo, se barre,
limpia, se hacer de comer, pero en poco tiempo se vuelve a lo mismo, no dura
limpio ni ordenado, pero la ama de casa intenta que esta casa sea su reino y no
su infierno, ¿cómo lo logra? En la siguiente entrada te hablaré de una forma.[1]
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