miércoles, 14 de marzo de 2012

Sobre hacer la maleta


Día 1
Por ser mi primer escrito, no quiero que se me escape la oportunidad de agradecer a mis papás por darme la vida y poder darla yo ahora al lado de mi pareja. Por tener este gran vicio de la lectura al lado de Norberto. A la vida por traerme hasta este espacio de expresión. Y a Roberto y Ana por antojarme al platicarme de sus aficiones y leer sus Blogs. Gracias.

Lectura: Herta Müller: Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Madrid, Santillana Ediciones Generales (Punto de Lectura), 2011. 
Sinopsis:  “Valiéndose de las conversaciones y de las detalladas notas de vida en el campo de concentración tomadas por su amigo, el poeta Oskar Pastior, la premio Nobel rumana Herta Müller indaga en la historia de represión y persecución sufrida por los alemanes rumanos en tiempos de Stalin.”
Recomiendo esta entrevista a la autora:
http://www.entrevista-a.com/2011/02/28/literatura/entrevista-a-herta-muller/

________________________________________
Lectura del primer capítulo: Sobre hacer la maleta.

Herta Müller con esta novela es Premio Nobel 2009. Desde las primeras páginas uno entiende por qué. Me ha provocado una montaña Rusa de emisiones e impresiones. Tanto que al estar leyendo hacía pequeños sonidos de sorpresa y quien estaba a mi  lado me preguntó qué me pasaba. Es sorprendente que en tan sólo once páginas, primer capítulo, se pueda llevar a un lector a tantas reflexiones.
“Todo lo que tengo lo llevo conmigo.
O: todo lo mío lo llevo conmigo.”(p. 13)
Y no sólo este personaje, que aún no sé cómo se llama, lleva con él lo que es; todos lo llevamos. Lo que hemos sido, lo que somos y hasta lo que creemos que seremos. Todos portamos un ropaje que en el fondo no nos dice quién somos, qué hemos hecho, que sentimos. Esto es algo que solos cargamos. Nuestros actos y sentimientos no son algo que se puede ver, y tampoco sentir ante los ojos de los demás. Pensaba en cuantas veces he conocido a alguien y que en primera impresión pienso que es de X forma, pero con el paso de los días, en la convivencia, en muchas ocasiones resulta lo contrario.
A nuestro personaje, le han sucedido cosas como a muchos de nosotros: “A mí ya me había sucedido algo. Algo prohibido. Era extraño, sucio, vergonzoso y hermoso.” Cosas que uno calla, porque como dicen por ahí: todos tenemos nuestro secretitos. Pero esos secretitos, que los tenemos a flor de piel en muchos casos, no siempre son del todo agradables ni desagradables. ¿Será que existe alguien que no tenga nada oculto?¿Será que todos tenemos secretos incontables? Indudablemente, sí.
Esto me hace pensar en lo que conocemos como lo privado y lo público. Es conveniente que no todo se sepa, porque entonces todo se juzgaría; claro, se juzgaría por aquellos que no piensan o sienten igual a nosotros, ya sea porque somos de diferentes generaciones, creencias, nacionalidades, culturas, etc. ¿Entonces, no todos los seres humanos somos iguales? La respuesta todos la hemos vivido en carne propia en alguna ocasión: no somos iguales. Pienso en cualquier plática después de una comida o en alga reunión en donde algún tema, que no tiene que ser de polémica como la política, se hace presente y se logra ver las diferencias de opiniones, de gustos. No somos iguales, pero tampoco completamente diferentes, por algo pertenecemos a una misma especie, aunque de pronto no nos parezca así.
Así que nuestros pensamientos son parte de nuestra privacidad. Contamos sólo lo que queremos compartir, lo que no, es como dice nuestro personaje: “Llevo un equipaje de silencio”(p.15) un equipaje que según lo que se traiga es lo pesado que esté. Me imagino que algunos de nosotros traemos maletas muy ligera o pesadas, suaves o duras, grandes o pequeñas, blancas, negras o de colores. Como decimos, según el sapo, la pedrada; pero de que todos traemos una, la traemos. O si somos muy masoquistas traemos más de una, la de nuestros amantes, padres, amigos, etc. No sé por qué, pero se me vino a la mente preguntarle a un psicólogo, psiquiatra, sacerdotes, doctores, ginecólogos o cualquier otro confidente (ahora me queda más claro la labor de estos escuchadores) ¿cargan con todos los secretos conocidos? ¿no les afectan? Aunque este es otro tema, si alguno de los antes mencionados lee este blog, respóndanme por favor, para zacear mis dudas.
Pero hay cosas de las que de verdad no se hablan. Para nuestra suerte ahora, siglo XXI, uno de los temas de los ya se habla más es de la sexualidad, aunque al ver a tantos jóvenes con hijos, no sé qué está pasando. Aún así, hay temas o confidencialidades que no se tocan.  En nuestra lectura, como en toda sociedad, “Hay cosas de las que no se habla. Pero sé de qué hablo cuando digo que el silencio en los hombros es distinto al silencio en la boca”(p.15) En de los hombros pesa. Al decir esto, de forma inconsciente y graciosa, no puedo evitar más que corregir mi postura. ¿Lo harás tú que me lees? La carga puede ser mayor si el que censura es la familia, la sociedad, el sistema político, la guerra. El cuerpo, el alma, la mente, todo nuestro ser pide a gritos escapar, correr, alejarnos de todo y de todos.  Pero desgraciadamente no podemos correr de nosotros mismo, de nuestros secretos, de lo que somos. Y esto es lo más desgarrados de la narración. Un chico de 17 años que además de cargar con su desenfreno sexual, tiene que cargar con algo fortuito para él: la guerra. Esa guerra de la que tanto hemos escuchado: La Segunda guerra Mundial. Por eso para él, el ser obligado a ir al campo de trabajo, no es en este momento terror, sino salvación. Salvación de todos y de todo. ¿Cuántos de nosotros no hemos corrido, de nuestro demonios, a lugares o situaciones impensables, y todo por temor? pero ¿temor a qué? ¿al no ser aceptados? ¿a morir?.
La partida es liberadora, el hacer la maleta es sólo un ritual. Estar entre tantos desconocidos en el mismo viaje, en el mismo tren, “En un vagón de ganado toda individualidad se atrofia. Uno está más entre otros que consigo mismo.”(p.23). Yo pensaría que es una de las formas de evadir la realidad. Otra es la que podemos ver en cada día en nuestra Ciudad, viajando en el metro, en donde estar con muchos otros, no es sinónimo de familiaridad, sino de cuidado y total subjetividad. Parecería que sólo cuando somos partícipes de una gran tragedia, una deshonra en común (como en este caso, y de una forma muy escatológica), es cuando nos unimos. Porque como dice “A lo mejor la solidaridad sólo cobra realidad de ese modo”. Sólo cuando muchos compartimos el mismo secreto.

2 comentarios:

  1. Me parece interesante, ya que muestra una paradoja aunque cada día estamos más rodeados de gente al fin de cuenta solo estamos con nosotros mismos (nuestros secretos), así que uno carga en el camino con su maleta y desearías que las personas cercanas a ti podrían compartirlo pero no en estos casos solo nos prestamos por tiempos los cuales te ayudan hacer más grande, pequeña, pesada, de colores…. esa maleta que son solo nuestros pensamientos.

    ResponderEliminar
  2. No había pensado que tenemos recuerdos, secretos, maletas colectivas. Porque nuestras experiencias pueden ser solitarias o colectivas. No creo que porque sean en grupo tenga que ser igual. No siempre para lo que a unos nos parece agradable, para otros es igual.

    ResponderEliminar