Día 2
Lectura:
Herta Müller: Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Madrid, Santillana
Ediciones Generales (Punto de Lectura), 2011. Segundo capítulo: Armuelle.
Los Armuelles son hierbas tipo espinacas silvestres. Podría sonar un
platillo no muy apetitoso, pero cuando el hambre es fuerte, cualquier alimento
es bueno. Si alguna vez has pasado hambre, aunque sea un poco, me darás la
razón. Dicen algunas personas que puedes dejar algunas necesidades básicas,
pero de que el hambre, la sed o el agotamiento caen en algún momento, caen.
Como seres humanos que somos, los necesitamos para vivir, pero en muchos casos
es para sobrevivir. Pienso que esta la diferencia entre ser pobre y ser rico. Los
ricos pueden comer manjares completos, pero los pobres con un plato de frijoles
se conforman, como diría mi abuelita. No es que se conformen, sino que no queda
de otra:
“Qué decir del hambre crónica… Se puede afirmar que
existe un hambre que te hace enfermar de hambre. Que añade más hambre a la que
ya padeces. El hambre siempre renovada que crece insaciable y salta al interior
del hambre eternamente vieja, reprimida con esfuerzo. Cómo vas a correr mundo
cuando lo único que sabes decir de ti mismo es que tienes hambre. Cuando no
puedes pensar en nada más. “(p.27)
Pienso en aquellas familias que están compuestas por más de cuatro
integrantes, un número pequeño para la mayoría de las familias de nuestras
abuelitas que como mínimo eran seis. Quién no recuerda la frase: donde comen dos,
comen tres. Pero siendo pobre, esto sólo aplica parcialmente. En la novela,
como en la vida real, la guerra orilla a cualquiera a padecer hambre, pero ¿cómo
es que no estando en tiempos de guerra, algunos mexicanos tienen hambre? Suena
inaudito, pero es la realidad. Es verdad, con hambre no se puede andar en el
mundo, sólo se piensa en eso; no se estudia, no se conoce, no se aprende, no se
obedece, no se es sano… No es necesario estar en una situación extrema para
comprenderlo. Sólo imagino momentos en donde por cualquier motivo, llego a casa
y no hay que comer. Uno va a la tienda y todo lo queremos llevar. Comprar en
ese momento es de lo peor que uno puede hacer, porque todo se antoja, todo se
quiere. Si un pobre roba por hambre, es comprensible. Uno se vuelve bestia
teniendo hambre. No funcionamos. Dicen que uno puede decidir dejar de comer,
pero también sabemos que el resultado será la muerte. Es inevitable. En estos
tiempos ningún ser vivo debería pasar hambre.
Cuando escucho en el radio que hay zonas en pobreza extrema, sólo puedo
imaginar una escena similar a la de esta novela: se come lo que se puede. Y si
añadimos a esto ciertas condiciones insalubres en que estamos, el riesgo de
supervivencia se hace menor. Las enfermedades son constantes.
Cuando estaba niña recuerdo que la enfermedad de “moda” era el cólera.
En todos los medios de comunicación hablaban de eso, y a partir de ahí, ya no
me dejaban tomar esa rica agua de la llave del baño, haaaaa¡¡¡¡ refrescante. Y
parece que el tema de “moda” en este 2012 son los piojos. He de confesar que yo los padecí; muchos
escuelas (de paga y de gobierno por igual) tiene alarma de pijos, y me he
enterado de varios adultos de las padecen. Así que si alguien te dice que se
cortó el cabello por moda, a lo mejor te habla de piojos. Y los piojos también
tienen hambre. Mucha hambre:
“Hiciera una frío de muerte o un calor abrasador,
pasábamos tardes enteras en posición de firmes. Sólo los piojos podían moverse
sobre nosotros. Durante el interminable recuento podían chupar hasta reventar y
desfilar por nuestra carne miserable, arrastrarse durante horas desde nuestra
cabeza hasta el vello púbico.”(p. 29)
La imagen puede sonar muy graciosa, pero para todos aquellos que han
tenido piojos, sabemos que es algo terrible, dan ganas de arrancarse el cráneo.
Pero en un campo de concentración los
piojos no son lo peor. El sólo hecho de pensar que “Cada uno tenía que recordar su número día y
noche y saber que éramos un simple número y no personas con nombre y apellido.”(p.31)
me hace sentir lo trágico del momento. El ser cosificado, un número más de
identidad en un campo de concentración o en una ciudad, es sólo resultado de la opresión a los más vulnerables,
en donde el hambre no es, ni nunca será una opción, es un delito.
¡Muchas felicidades por esta nueva aventura! Seguiré tu blog religiosamente.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Un gran reto personal de constancia. Estaremos cumpliendo aunque sea un minuto antes de que acabe el día para publicar jejejeje. Saludosss
ResponderEliminarhola Ruth, quiero felicitarte por tu Blog, esta muy padre, es interesante y esto denota lo creativa que eres. Ademas quiero agradecerte porque hoy he aprendido dos nuevas palabras: armuelles y cosificar, ahora ya se su significado. Estaré visitándote por aqui gustosa de seguir aprendiendo todo lo que nos compartes a traves de este tu blog. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias Bertha¡¡¡ Espero tenerte de vuelta por aquí. Compartiendo mi reto de lectura. Gracias por el comentario. :-)
ResponderEliminarEste mundo cada día más desigual con su globalización como estandarte, lo único que me hace pensar que privilegiadas somos por tener que comer, y no solo eso si no escoger y hasta luego darnos el lujo de desperdiciar, es por eso que con esa conciencia que tenemos hay que agradecer que solo esto quede en lecturas y no en realidad en nuestro caso, mientras que en otras no queda más que esa realidad.
ResponderEliminarAsí es Marlene. Siento que nosotros, las nuevas generaciones (no quiere decir que todos) pero por lo menos a muchos que conozco, tenemos una conciencia de lo que significa no desperdiciar. Estamos adentro del capitalismo, y por lo tanto el consumismo desmedido, pero no todos ya somos así. :-)
ResponderEliminar