Día 35
Lectura:
Murakami, Haruki: Tokio Blues (Norwegian Wood). (Trad. Lourdes Porta)
México, Tusquets Editores (3a edición), 2011.
México, Tusquets Editores (3a edición), 2011.
Recuerdo que cuando entré a
la universidad me pasó algo muy similar, ya estando en las clases, como a la
amiga de nuestro personaje principal:
“-Entonces llegué a la conclusión de que todos
aquellos tíos eran unos impostores. Que se sentían felices fanfarroneando con
palabras complicadas, que sólo pretendían impresionar a las alumnas de primero y meterles mano bajo
las faldas. […] Era para llorar de risa… No te imaginas a los nuevos. Pese a no
entender nada, ponían cara de sabelotodo y se reían de mí. Incluso me soltaban:
<<Eres tonta. Aunque no entiendas
nada, tú y diles “Sí, sí. ¡Y tanto!”, y ya está>>. […]” (p.239)
En la Facultad donde yo
estudié, esto era algo común. Por lo menos en la carrera de Filosofía había
varios con esta actitud pedante. No sé si esto se dé porque se sienten tocados
por “Dios”, como si fueran los únicos con la verdad es la mano.
Debo aceptar que al principio
está forma de hablar, de algunos compañeros, me hacía sentía ignorante e
inferior. Pero con el paso del tiempo me di cuenta que aunque no tengo mucho conocimiento de la Filosofía, no
peco de arrogante, y que esos compañeros sabían menos de lo que pensaba. Yo sé
que cada ámbito tiene sus términos que uno debe entender para estar en ese
círculo, pero en el momento en que se abusa de ello con todos y en todo, ya hay
un gran acto de soberbia.
Al final ¿quién es más
inseguro? ¿Aquel que se siente menos al escuchar a un(a) impostor cuando habla,
o el que habla tan pedantemente que nos hace pensar que esconde algo de
inseguridad?¿Te ha tocado conocer a alguien así?¿Tú cómo te has sentido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario