Día 155
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Pensemos en unas
vacaciones de verano, a la orilla del mar, o en una noche de pasión con la
pareja, o simplemente un viaje de negocios en donde es posible descansar a
pierna suelta en un lujoso hotel.
“[…] En todas las habitaciones había
aire acondicionado, televisión, masaje por vibración, radio, soluciones de
cafeína, anticonceptivos y ocho clases diferentes de perfumes.” (p.126)
Y para muestra sólo
falta unas cuantas visitas a uno que otro. Nuestros hoteles no son todos tan
chafas, ni piojos, hay algunos que casi puedo decir que superan a estos de
Ciencia y Ficción. Lo único que nos faltaría sería los perfumes. Pero igual y
ya hay cosas más sofisticadas en países como Japón en donde siempre buscan
cosas nuevas.
Pero el imaginar un
lugar tan cómodo, confortable y cálido, me dieron ganas de salir a vacacionar
un rato. Así que todos aquellos que últimamente haya tenido la dicha de visitar
un hotel así, no duden en recomendármelo, quien quita que en mis próximas
vacaciones valla. Sólo que no prometo en no traerme los jabones del mismo.[1]
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