Día 186
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
¿Cómo es que el jugar
con las palabras, su orden, pueda llegar a ser algo tan divertido, enigmático y
peligroso a la vez? A esta forma de manejar las palabras se le llama anagrama.[1]
“El ingenioso anagrama de Sauniére seguía
rondándole la mente […]”(p.156)
Lo que parece un juego, y lo es, puede llegar
a ser algo peligroso porque puede guardar secretos, y como todo secreto oculta
algo que no siempre es positivo o para un buen fin. Pensemos, por ejemplo, en
épocas de guerra en donde se puede usar este tipo de mensajes para atacar y
matar. O si pensamos en algo menos trágico, pero no con menos importancia, unos
amantes que comparten secretos de amor, pasión y lujuria.
En fin, los usos pueden ser variados,
pero lo grandioso del asunto es la imaginación e ingenio que es necesario usar,
para disfrutar hacer, resolver y leerlos.[2] Uno
es el que podemos encontrar en esta lectura, ojalá puedan descifrarlo:
¡Diavole in Dracon¡
¡Límala, asno¡
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