domingo, 16 de septiembre de 2012

Amor, roma, mora…


 Día 186
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.


¿Cómo es que el jugar con las palabras, su orden, pueda llegar a ser algo tan divertido, enigmático y peligroso a la vez? A esta forma de manejar las palabras se le llama anagrama.[1]


“El ingenioso anagrama de Sauniére seguía rondándole la mente […]”(p.156)


Lo que parece un juego, y lo es, puede llegar a ser algo peligroso porque puede guardar secretos, y como todo secreto oculta algo que no siempre es positivo o para un buen fin. Pensemos, por ejemplo, en épocas de guerra en donde se puede usar este tipo de mensajes para atacar y matar. O si pensamos en algo menos trágico, pero no con menos importancia, unos amantes que comparten secretos de amor, pasión y lujuria.


En fin, los usos pueden ser variados, pero lo grandioso del asunto es la imaginación e ingenio que es necesario usar, para disfrutar hacer, resolver y leerlos.[2] Uno es el que podemos encontrar en esta lectura, ojalá puedan descifrarlo:

¡Diavole in Dracon¡
¡Límala, asno¡

















[1]Palabra o sentencia que resulta de esta transposición de letras; p. ej., de amor, Roma, o viceversa.” http://lema.rae.es/drae/?val=anagrama
[2] La imagen mostrada fue tomada de http://www.elclubdelingenio.com.ar/los-anagramas/

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