Día 219
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Si una persona
agrede, ofende, maltrata a otra, o sea le causa una molestia, y/o dolor que le hace
crecer, dentro de la víctima, un sentimiento de rencor y/u odio hacia el otro.
Dicen que esto es lo que a muchos les envenena su ser, que cuando uno siente
esta ira interna es cuando envejece y se convierte en un ser lleno de rencores
y odios ante todo y todos.
“ –Silas… si no has
aprendido nada de mí, por favor… por favor aprende esto.-Le cogió la mano y se
la apretó con fuerza-.El perdón es el mayor regalo de Dios. […]” (p.614)
Para liberar todo
odio y rencor, ante lo que nos causó daño, es necesario perdonar[1].
Tal vez por ello, en la cita anterior, le dicen a Silas que el perdón es el
mayor regalo, porque en el momento en que logra liberar, donar, pasar lo vivido,
es cuando se logra ser libre de resentimientos.
Al ser esclavos de nuestros sentimientos es difícil perdonar,
porque somos esclavos de la ira y el odio, y ello no nos deja dejar. Cuando
perdonamos es cuando ya no sentimos el deseo de venganza y odio por el que nos
dañó. ¿Esto es posible? ¿Podemos llegar a dejar de sentir que la sangre se nos
sube a la cabeza, frente a quién nos dañó? Yo creo que si somos seres naturales
es normal sentirlo, pero al ser también seres de razón, no hay motivo para no lograr controlar y cambiar los
sentimientos e impulsos por una mejor actitud y liberarnos con el perdón.[2]
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