viernes, 19 de octubre de 2012

Perdonar


Día 219
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.


Si una persona agrede, ofende, maltrata a otra, o sea le causa una molestia, y/o dolor que le hace crecer, dentro de la víctima, un sentimiento de rencor y/u odio hacia el otro. Dicen que esto es lo que a muchos les envenena su ser, que cuando uno siente esta ira interna es cuando envejece y se convierte en un ser lleno de rencores y odios ante todo y todos.


“ –Silas… si no has aprendido nada de mí, por favor… por favor aprende esto.-Le cogió la mano y se la apretó con fuerza-.El perdón es el mayor regalo de Dios. […]” (p.614)


Para liberar todo odio y rencor, ante lo que nos causó daño, es necesario perdonar[1]. Tal vez por ello, en la cita anterior, le dicen a Silas que el perdón es el mayor regalo, porque en el momento en que logra liberar, donar, pasar lo vivido, es cuando se logra ser libre de resentimientos.


Al ser esclavos  de nuestros sentimientos es difícil perdonar, porque somos esclavos de la ira y el odio, y ello no nos deja dejar. Cuando perdonamos es cuando ya no sentimos el deseo de venganza y odio por el que nos dañó. ¿Esto es posible? ¿Podemos llegar a dejar de sentir que la sangre se nos sube a la cabeza, frente a quién nos dañó? Yo creo que si somos seres naturales es normal sentirlo, pero al ser también seres de razón, no hay motivo  para no lograr controlar y cambiar los sentimientos e impulsos por una mejor actitud y liberarnos con el perdón.[2]








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