domingo, 18 de noviembre de 2012

Cuando la tripa ruge es porque hambre tiene


Día 249
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.



En cuerpo y la mente, don partes indispensables en toda existencia terrenal. Si sólo escuchamos a nuestro cuerpo nos volvemos su esclavo, y a la inversamente pasa exactamente lo mismo, aunque en algún momento uno u otro se hacen inevitablemente presentes:


“[…] Concentrada en su arriesgado viaje, se había olvidado de la comida. Pero aquel que no piensa en el cuerpo se convierte más fácilmente en su víctima. Era terrible encontrarse delante de Tomás y oír a sus propias vísceras hablar en voz alta.” (p.43)


Seguramente te ha pasado lo mismo en algún momento, estando con el novio, en una cita de trabajo, al lado de los amigos, etc. Porque, efectivamente, si no escuchamos a nuestro cuerpo de lo que necesite, seguramente este se hará presente o por si solo, porque recordemos que tenernos necesidades básicas que si no son saciadas, corremos riesgo de morir, como es el caso de la comida.


Si nuestra mente está todo el día en múltiples actividades, y no ha tenido tiempo ni para ir al baño o comer, el cuerpo llega un momento donde se revela y exige nuestra atención. Suena como si mente y cuerpo estuvieron separados y en distintos sitios, pero como todos sabemos esto no es así. Así que no olvidemos a nuestro cuerpo por culpa de nuestra mente, ni que nuestra mente se aleje demasiado de darle lo que el cuerpo necesita, porque si no, seguro tendremos rugidero de tripas.[1]






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