Día 236
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
James, Henry: Otra vuelta de tuerca, Madrid, Unidad Editorial (Millenium, las 100 joyas del milenio), Trad. Domingo Santos, 1999.
James, Henry: Otra vuelta de tuerca, Madrid, Unidad Editorial (Millenium, las 100 joyas del milenio), Trad. Domingo Santos, 1999.
Estar pensando qué
hacer, cómo hacerlo, en qué momento, con qué personas, ahora o mañana… tener
todo calculado, planeado, dominado es algo obsesivo, escrupuloso, a un
grado que se acerca tanto a la locura, más que a la cordura, que casi se
pude tocar; esto es a lo que muchos estamos expuestos, a lo que queremos
someter o somos sometidos en el hogar o trabajo. ¿Quién o quiénes ejercen este
control? Nosotros y/o los demás, al final es algo a los que sólo pocos tienen
el privilegio de no estar enganchados o deciden no hacerlo.
“[…]¿Cómo puedo seguir de nuevo hoy los
extraños pasos de mi obsesión? […]”(p.74)
Al leer este libro y
tratar de entender la actitud de la institutriz (personaje principal), si es
que se pude, es algo que me confronta con mis propios temores y retos. Ya no
estoy tan segura que lo que en un principio parecían ser “fantasmas” lo sean,
porque parece más un pretexto para dominar a los niños, a la servidumbre, a
todos al querer tenerlos vigilados, cegados todo el tiempo. Me siento tan cerca y a la vez tan lejos de este personaje, que por momentos me ha llegado a encantar,
y en otros ya me ha empezado a hartar. Este sentir es mi propio hartazgo a algo
que es algo mío, pero sé que no exclusivo: la obsesión por dominar; si es consciente
es un gran vicio, si es inconsciente, una gran debilidad. [1]
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