Día 294
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Zapata, Luis: El vampiro de la colonia Roma
(Las aventuras, desventuras y sueños de Adonis García),
México, Debolsillo, 2012.
Zapata, Luis: El vampiro de la colonia Roma
(Las aventuras, desventuras y sueños de Adonis García),
México, Debolsillo, 2012.
Los excesos de la
vida diario como la comida, el tabaco, alcohol, los medicamentos, etc. pasan de
ser sólo eso a una vicio en el momento en que se instalan como parte de nuestra
vida, no sólo ya como algo que es momentáneo, sino diariamente, sin lo cual no
podríamos, o creemos no poder tener una vida. He escuchado a personas que dicen
que sin ello no podrían funcionar.
“[…]
a partir de esa primera cerveza no terminé de beber sino hasta veintiocho días
después seguía bebiendo y bebiendo
durante veintiocho días ¿verdad? […]” (p.140-141)
Pero cuando nos volvemos
adictos a lo que sea, recordemos que también lo podemos ser a las personas, la
vida ya no es tranquila, ni en paz y en muchas ocasiones tampoco funcional.
Pero ¿cómo puede ser posible que el cuerpo llegue a necesitar y acostumbrarse a
cualquier vicio? En gran medida, como lo dije arriba, creo que es por la constancia
con que lo hacemos, un hábito; como lo puedo leer en mi actual libro, en donde
el personaje principal día con día, desde una edad muy temprana, cae poco a
poco en el alcoholismo (entre muchos otros vicios).
Así que este primero
de enero de 2013, como mi primer propósito de año nuevo, es dejar salir de mi
cuerpo, de mi mente y mi espacio todo aquello que es habitual, pero un vicio.
No tratar sino despojarme de todo aquello que me ha parecido habitual pero que
no es parte de mí, no quiero que sea parte de mí, porque es dañino; en pocas
palabras ya no deseo ser adicta al miedo.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://www.canarias7.es/blogs/noestaelhornoparabollos/2008/10/aventuras-en-majoria.html
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