Día 354
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Somos muy dados los
seres humanos en criticar a otros igual, por sus acciones, decisiones e
indecisiones. Sentimos que somos únicos y exclusivos en lo dicho, pensado y
actuado, así que creemos tener la autoridad suficiente para mandar sobre otros
y otras, o simplemente para realizar un juicio valorativo, ya sea negativo o
positivo, sobre lo ajeno.
“[…]
Como enseñaban los antiguos, nunca digas de esta agua no beberé, sobre todo, añadimos
nosotros, si no tienes otra. […]” (p.241)
Y yo diría un dicho más,
además del citado, que dice “el que escupe para arriba, le caerá en la cara”.
Imaginemos que todo el tiempo decimos, en el caso mayormente de las mujeres,
que nunca seremos amantes de nadie casado, y resulta que, por el motivo que
sea, terminamos enredados en dicha situación. Seguramente diremos que nosotros
sí tenemos justificación para ese actuar ¿y por qué los otros no?
Por ellos creo que no
debemos decir que no haremos algo que nos parece criticable en los demás,
porque en cualquier momento, chico o grande, estamos expuestos a hacerlo. Mejor
pongamos los ojos primero en nuestro actuar y evitémoslo en el ajeno. ¿Verdad?[1]
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