viernes, 21 de junio de 2013

Cuerpo inteligente

Día 365+100
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.



Nuestro cuerpo es definitivamente sabio, nos avisa lo que necesita en qué momento, cuándo y en qué cantidad. Si sabemos escucharlo, que la mayoría no lo hacemos, él sólo nos va llevando sobre lo que va requiriendo, por ejemplo: si nos sentimos muy sedientos, con la boca seca, lo lógico sería que tomáramos agua; pero esto no pasa siempre así, somos sordos ante lo que el cuerpo nos pide y en muchas ocasiones hasta rebasamos su voluntad o la ignoramos. ¿Te suena?



[…] El general, loco de alegría al parecer, decía una estupidez tras otra y prorrumpía en sonora y largas carcajadas nerviosas, con lo que se le formaban una infinidad de arrugas entre las cuales desaparecían los ojos. […] (p.143)



La anterior cita me llamó la atención porque creo que es un claro ejemplo no sólo de los rasgos qué va adquiriendo una persona de edad adulta, en este caso son las arrugas, sino el por qué se han hecho. Digo esto porque, seguramente al igual que yo, has visto a personas que no son muy grande de edad pero que su apariencia física es la misma que una persona mayor y al inversa, personas que son grandes de edad pero que su apariencia física es mucho mejor que la de un joven. ¿Por qué será esto? ¿Acaso es el resultado de nuestro ritmo de vida, que  fluyen es nuestra apariencia? ¿Será que si aprendemos escuchar a nuestro cuerpo esté en va menos rápido deteriorándose? o ¿Será también que nuestros sentimientos se van marcando en nuestro cuerpo y en nuestras expresiones faciales? Pensemos en alguien que toda su vida se la ha pasado enojada o enojado, seguramente reconoces el ceño fruncido como señal de enojo, ¿verdad que estas personas ya tienen líneas de expresión muy marcadas? ¿Tú qué piensas al respecto?[1]






No hay comentarios:

Publicar un comentario