Día 365+143
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Pensaríamos
que aquello de que los novios que tenían relaciones sexo genitales antes del
matrimonio y se embarazaban era cosa del pasado. Actualmente ya la información
en relación con el sexo y los métodos anticonceptivos es tan amplia que es de
“suponerse” que los jóvenes, y no tan jóvenes, ya saben cómo prevenir un
embarazo, pero la realidad es muy diferente. Recuerdo que no más de hace un año
escuché en algún lugar, que la taza de maternidad en los jóvenes, creció. ¿Por
qué será que ahora que más sabemos pasa esto?
“Justo un año antes, en noviembre de 1976, mi novia
descubrió que estaba embarazada. Ahora eso puede parecer una tontería, pero
entonces, y en mi pueblo, y en la familia de ella, aquel embarazo constituyó
una tragedia, algo bufa, miradas a distancia, con aspavientos de teatro, pero
una tragedia. Nos casamos rápidamente […]" (p. 139)
Creo
que la información nos sirve si el que la recibe tiene la mente, los valores y
el poder de decisión en el momento en que tiene que ejecutarlo. Yo diría que no
basta con tener conocimiento sino que faltan los valores, implantado como semillas
en lo más hondo de nuestro ser. Por ejemplo, pensemos en una chica que está con
su novio y se da cuenta que no le agrada la forma en que la está tocando, hay
algo dentro de ella que le dice que no es como ella lo desea, pero por temor,
falta de valor o inseguridad no para el momento. ¿Qué pasa? Yo sigo convencida
que la educación de los sentimientos es fundamental porque en el momento en que
sabemos distinguir entre lo que nos gusta y lo que no, podemos forjarnos y
hacer valer los valores que aprendemos, y así podremos tomar decisiones más
certeras, en el caso del sexo saber con quién, cómo, cuándo y dónde.[1]
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