Día 365+211
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Es común oír
comentarios y/o pláticas en los trasportes públicos. Recuerdo que una de ellas,
que por cierto no lo he escuchado sólo una
vez, es cuando dos hombres platican sobre las mujeres que se les quedan
viendo feo porque no les dan el lugar para sentarse. La plática casi siempre más
o menos de la siguiente manera: “pues querían la liberación femenina ¿no? pues
ahora que se aguantes, somos iguales…” Yo siempre que escucho esto pienso que
así es, pero una cosa es que seamos iguales y otra que nos agredamos unos
contra otros, o que usemos dicho discurso sólo cuando nos convenga. Comento
esto porque así como hay opiniones de este tipo, prejuiciadas, también las hay
conscientes y coherentes. Esto que comento aquí, ¿será algo que en otros
tiempos ha pasado?
“[…]El
feminista más decidido de la época es Poulain de la Barre, que publica en 1673
una obra de inspiración cartesiana, De
i´égalité des deux sexes. Estima que, siendo los hombres más fuertes, han
favorecido a su sexo por doquier, y que las mujeres aceptan por costumbre esta
dependencia. Jamás ha tenido su oportunidad; han carecido de libertad y de
instrucción. […]” (p.97)
Me pareció muy
interesante saber que en el siglo XVII, en donde pensaríamos que mayormente se
tenía a las mujeres en un plano inferior, nos encontremos con un escrito serio
y parcial, quien coloca a las mujeres en un plano de igualdad, donde su
condición no es explicada por algo mítico, sino socialmente: por costumbre.
Así que la
esperanza que queda es que como en viejos siglos y en actuales, también en
posteriores haya hombres y mujeres que tengan opiniones inteligentes,
imparciales ni certeza que nos hagan tener mejores convivencias, aunque de vez
en cuando haya contrarias para dar vivacidad al momento.[1]
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