lunes, 11 de noviembre de 2013

“Todas son unas putas menos mi madrecita”

Día 365+244
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





En México, como en muchos otros países a lo largo y ancho del mundo, festejamos a las madres. ¿Pero qué se les festeja en realidad? El que nos hayan engendrado, el que sean las educadoras y guardianas de sus hijos, incluyendo al esposo, el que sean las salvadoras y heroínas en la vida cotidiana, etc. Todo esto que acabo de enumerar anteriormente es verdad, pero esta verdad está atravesada por nuestras creencias, costumbres y usos. La madre debe ser: progenitora, salvadora, educadora, buena;estos son los requisitos para ser considerada una buena madre.


“[…] Cuando la figura de la madre se ha hecho tranquilizadora y santa, se comprende que el hombre se vuelva hacia ella con amor.[…]” (p.175)



Si una madre es todo, y en muchas ocasiones más, de lo antes mencionado, es casi seguro que los hombres, en especial los hijos, la alaben, la veneren, la santifiquen. Seguramente has escuchado a algunos hombres que dicen: “todas las mujeres son unas interesadas, cualquieras, putas… menos mi madre” ¿Por qué su madre no? ¿que acaso no es mujer también? Claro que es mujer, pero ante los ojos de este macho no es una cualquiera, es una santa, una salvadora, y por este motivo es amoroso con ella, como lo sería con una divinidad.


Mujeres, madres o no madres, tenemos cualidad y defectos como todo ser humano, eso es innegable, pero ahora entiendo lo que en algún momento un maestro nos dijo, que si un hombre diviniza a una mujer, en especial a su madre, es motivo de cuidado porque sus bases son machistas. ¿Qué opinas? [1]













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