Día 135
(publicado el 26 de julio)
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Rodríguez, Rosaura: Madre sólo hay una… papas hasta en el mercado. México, Editorial Cordillera de los Andes, 2001.
Rodríguez, Rosaura: Madre sólo hay una… papas hasta en el mercado. México, Editorial Cordillera de los Andes, 2001.
He llegado al fin de
esta lectura. Debo confesar que me ha sido tortuoso terminarlo, porque me
tropecé con muchas imágenes, opiniones y actitudes que me parecen demasiado estereotipadas,
tanto que la autora hace una clasificación de las mujeres embarazadas y los
hombres, según su comportamiento y actitud ante el ginecólogo. Esto me pareció
excesivo y tedioso, porque en el momento en que nos aferramos a clasificar y
etiquetar a las embarazadas y sus parejas, se vuelve una lectura rígida y poco
enriquecedora. Es como si yo, con el afán de criticar una visión, sin darme
cuenta, estoy en otra que es más rígida y exagerada, y no termino aportando
nada, sino sólo consigo quejarme.
“Hay momentos en que nos queda claro
que la naturaleza no es tan sabia como la pintan, y que la sabiduría no siempre
es sinónimo de inteligencia o eficacia. [...] No es que a la naturaleza todo le
salga mal. A veces hace las cosas bien, pero otras se le salen de las manos.”
(pp.92-93)
Si tuviera que recomendar
a una mujer u hombre una lectura sobre el embarazo, este sería el último que
recomendaría porque seguramente terminaría odiando a su pareja, ginecólogo, y
al embarazo mismo.
Además con la cita que
puse, puedo notar un problema de estructura y lógica en lo que se dice.
Primero, pertenecemos a algo que es más gran a
nuestra especie: la naturaleza. Somos seres que nos regimos por ciclos
naturales, que en muchas ocasiones no están a nuestro alcance su dominio. Y
segundo, que al ser la naturaleza mucho más grande que nosotros como sujetos, no podemos decir si es
correcto o incorrecto, bien o mal hecho lo que pasa, porque estas opiniones son
sólo eso, opiniones respecto a lo que nos gusta o no, nos incomoda o no, pero
nada más.
El embarazo es una de esas
cosas naturales que no podemos regir, tal vez sólo ayudar un poco (con
medicamentos o censaria en su caso) o empeorar con nuestra actitud. Cosa muy
diferente en relación a decidir si deseamos embarazarnos o no. Tal vez alguien
me dirá que al hacer esto estamos desafiando a las leyes mismas de la naturaleza,
y yo le daría la razón pero esto no nos lleva a su dominio total y el ejemplo
mismo del esto es el proceso mismo del embarazo, hay cosas que escapan a
nuestras manos, y no por ello quiere decir que el embarazo sea la peor cosa que
pueda vivir una mujer.
Bien podría comentar y
comentar citas de este libro, pero no lo creo necesario, ni atractivo, pues
noto que es una lectura que dependerá mucho de nuestras creencias y costumbres.
Yo no soy compatible con muchas cosas que se dicen aquí, como por ejemplo el
hecho de pensar que para que una mujer, embarazada o no, recupere su “dignidad”,
tenga que ir a pintarse el cabello al salón de belleza, o que todos los cambios
físicos en el embarazo sean sinónimo de deformidad y desprecio, entre otras
cosas más. Así que mi sugerencia es que si deseas decepcionarte, odiar y
alejarte del embarazo, este es un excelente libro para este objetivo. [1]