lunes, 23 de abril de 2012

Inicio de Tres Historias de Mujer



Día 41

Lectura: Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.


¿Somos libres de decidir lo que somos, hacemos o queremos? Vivimos en un país libre y soberano, en donde los individuos no estamos ya “esclavizados”. Pero ¿Realmente es así? ¿Tenemos libertad de decisión en todos los ámbitos que encierran a un individuo: social, económico, ideológico, etc.? Deberíamos.

Todas estas interrogantes están despertando gracias a la lectura del libro Tres Historias de Mujer de Víctor Flores Olea, que empiezo el día de ahora. ¿Quién es el autor? Lo que puedo decir rápidamente es que es mexicano, pero si quieren saber más pueden ver en el enlace de abajo[1]. En esta ocasión pondré varios vínculos por la investigación que he tenido que ir haciendo a raíz de la lectura, espero que igual que a mí les sea enriquecedor.

Víctor (espero no se moleste el autor al tutearlo, si es que algún día lee esta entrada) en ésta primera historia, me ha obligado a investigar, como ya lo había comentado, y entrar en nuestro México Virreinal, en donde la Iglesia, los altos jefes de La Santa Inquisición[2], tenían un alto poder sobre los virreyes. Como su propio nombre lo indica son historias de tres mujeres, está que nos atañe ahora (capítulo titulado El espejo de la fe) es sobre una chica en su iniciación de monja -dentro del grupo monástico de las clarisas[3]- en un convento en la Capital del país. La escena inicial se desarrolla en la Catedral de la Plaza Mayor[4], con Francisca Raquel del Pombo y Escalante, nombre laico de la protagonista. Sor María Magdalena del Santísimo Sacramento, como se le conocerá a Raquel de monja, a sus dieciocho años

 “[…]había salido de la mansión de sus tíos, apenas a quinientos metros de la Catedral, para recorrer los minutos más largos de su vida, hacia la consagración que la comprometería siempre y le daría la eternidad.[…]”(p.8)

Pero este gran suceso social, en la novela se clasifica como “[…] la más regia ceremonia de la temporada […]” (p. 9) es porque el padre de ella tiene poder, no por un acto de vocación. Raquel, como muchas otras chicas a lo largo de la historia de la humanidad, no puede decidir su futuro. Ella está sujeta al capricho de las decisiones de su señor padre, es llevada de su lugar natal –Querétaro- a la ciudad de México, a un convento de la metrópoli, en lugar de ingresarla a la de Santa Rosa de Viterbo[5] ¿Las razones?:

“[....] Ella también estaba segura de que en ese preciso instante, en un oscuro y opaco rincón del alma, se avergonzaría, aun cuando fuera disimuladamente, por el motivo de su decisión, que sólo sabían él y ella, padre e hija. […]” (p.11)

Esto nos inyecta interés a continuar con la lectura. Los motivos ocultos son los de mayor peso, además de los rumores, de que el padre de Raquel tuvo de amante a la esposa de uno de los consejeros del virrey. Esto va más allá.

¿Te suena el suceso? Deudas de honor que se tienen que pagar, pero el pagano es un tercero que ni la debe ni la teme. Es curioso que ésta historia, ubicada en lo que parecería otro contexto cultural, social, económico, al de nosotros, nos suene tan familiar.

Deberíamos tener poder de libertad, como lo mencioné al inicio, pero no basta con ser  políticamente libres, tenemos que cuestionarnos también el campo moral. En la actualidad ¿los hij@s pueden decidir su futuro? Yo recuerdo a un compañero de la prepa que quería estudiar algo de humanidades, pero su padre “no lo dejó”, así que él infelizmente estudio Derecho.    

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