Día 41
Lectura:
Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.
¿Somos libres de decidir lo
que somos, hacemos o queremos? Vivimos en un país libre y soberano, en donde
los individuos no estamos ya “esclavizados”. Pero ¿Realmente es así? ¿Tenemos
libertad de decisión en todos los ámbitos que encierran a un individuo: social,
económico, ideológico, etc.? Deberíamos.
Todas estas interrogantes
están despertando gracias a la lectura del libro Tres Historias de Mujer de Víctor Flores Olea, que empiezo el día
de ahora. ¿Quién es el autor? Lo que puedo decir rápidamente es que es mexicano,
pero si quieren saber más pueden ver en el enlace de abajo[1]. En esta
ocasión pondré varios vínculos por la investigación que he tenido que ir haciendo
a raíz de la lectura, espero que igual que a mí les sea enriquecedor.
Víctor (espero no se moleste
el autor al tutearlo, si es que algún día lee esta entrada) en ésta primera
historia, me ha obligado a investigar, como ya lo había comentado, y entrar en
nuestro México Virreinal, en donde la Iglesia, los altos jefes de La Santa
Inquisición[2],
tenían un alto poder sobre los virreyes. Como su propio nombre lo indica son
historias de tres mujeres, está que nos atañe ahora (capítulo titulado El
espejo de la fe) es sobre una chica en su iniciación de monja -dentro del grupo
monástico de las clarisas[3]- en un
convento en la Capital del país. La escena inicial se desarrolla en la Catedral
de la Plaza Mayor[4],
con Francisca Raquel del Pombo y Escalante, nombre laico de la protagonista. Sor
María Magdalena del Santísimo Sacramento, como se le conocerá a Raquel de
monja, a sus dieciocho años
“[…]había salido de la mansión de sus tíos,
apenas a quinientos metros de la Catedral, para recorrer los minutos más largos
de su vida, hacia la consagración que la comprometería siempre y le daría la
eternidad.[…]”(p.8)
Pero este gran suceso social,
en la novela se clasifica como “[…] la más regia ceremonia de la temporada […]”
(p. 9) es porque el padre de ella tiene poder, no por un acto de vocación.
Raquel, como muchas otras chicas a lo largo de la historia de la humanidad, no puede
decidir su futuro. Ella está sujeta al capricho de las decisiones de su señor
padre, es llevada de su lugar natal –Querétaro- a la ciudad de México, a un
convento de la metrópoli, en lugar de ingresarla a la de Santa Rosa de Viterbo[5] ¿Las
razones?:
“[....]
Ella también estaba segura de que en ese preciso instante, en un oscuro y opaco
rincón del alma, se avergonzaría, aun cuando fuera disimuladamente, por el
motivo de su decisión, que sólo sabían él y ella, padre e hija. […]” (p.11)
Esto nos inyecta interés a
continuar con la lectura. Los motivos ocultos son los de mayor peso, además de
los rumores, de que el padre de Raquel tuvo de amante a la esposa de uno de los
consejeros del virrey. Esto va más allá.
¿Te suena el suceso? Deudas
de honor que se tienen que pagar, pero el pagano es un tercero que ni la debe
ni la teme. Es curioso que ésta historia, ubicada en lo que parecería otro
contexto cultural, social, económico, al de nosotros, nos suene tan familiar.
Deberíamos tener poder de
libertad, como lo mencioné al inicio, pero no basta con ser políticamente libres, tenemos que cuestionarnos
también el campo moral. En la actualidad ¿los hij@s pueden decidir su futuro?
Yo recuerdo a un compañero de la prepa que quería estudiar algo de humanidades,
pero su padre “no lo dejó”, así que él infelizmente estudio Derecho.
[3]http://es.wikipedia.org/wiki/Clarisas.
Como hecho curioso, en el periódico El
universal, el día de ayer sacaron una nota de la beatificación de una monja
que perteneció a esta misma orden: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=499662&Itemid=1
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