8Día 59
Lectura:
Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.
Nuestra
memoria, nuestros recuerdos, no siempre son claros para todos. Sólo algunos
pocos tienen una “mente privilegiada”, “fotográfica”. Pero hay capítulos de la
vida que por más que se desean recordar, no vienen a la mente, no son parte del
anecdotario, tal vez por la rapidez del hecho, por la banalidad o por lo
desagradable. Cual quiera que sea el motivo estos recuerdos ¿son olvidados? O
siguen en lo más hondo de nuestro inconsciente? A Lorenza le pasa esto, sobre
el tema de su matrimonio fugaz:
“[…]
Lorenza no pudo distinguir, no pudo descifrar los cuatro años de confusión que
vivió al lado de Tomás: desvanecidos, borrados de la memoria, inexistentes,
como sombras del tiempo. Época vivida en vano sin rastros ni señales. Al verse
Lorenza reflejada años después en el espejo manchado de la imaginación pensó en
que precisamente ese fragmento de su vida había sido deleznable, vacío, sin
memoria ni materia. No podía encontrarlo por ningún lado.[…]”(p.136)
Lo
que no tiene relevancia se borra de la memoria, lo que fue tan desagradable se
“olvida” para que no dañe más. Se olvida o hacemos que se nos olvida, pero por
desgracia esto no nos libera de cometer los mismos errores una y otra vez. Qué
pena que no podamos recordar cada instante de nuestras vidas para no caer en lo
mismo una y otra vez, y que bueno que no recordamos todos, porque gracias a
ellos podemos vivir libres de recuerdos que no son siempre agradables. Igual y
si quiero recordar algo, para eso existen las agendas, y ahora hasta
electrónicas, ya sólo será que no perdamos también esto en el laberinto de la
mente.
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