viernes, 11 de mayo de 2012

Esto lo recuerdo, esto lo recuerdo, ¿esto lo recuerdo?


8Día 59

Lectura: Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.

Nuestra memoria, nuestros recuerdos, no siempre son claros para todos. Sólo algunos pocos tienen una “mente privilegiada”, “fotográfica”. Pero hay capítulos de la vida que por más que se desean recordar, no vienen a la mente, no son parte del anecdotario, tal vez por la rapidez del hecho, por la banalidad o por lo desagradable. Cual quiera que sea el motivo estos recuerdos ¿son olvidados? O siguen en lo más hondo de nuestro inconsciente? A Lorenza le pasa esto, sobre el tema de su matrimonio fugaz:

“[…] Lorenza no pudo distinguir, no pudo descifrar los cuatro años de confusión que vivió al lado de Tomás: desvanecidos, borrados de la memoria, inexistentes, como sombras del tiempo. Época vivida en vano sin rastros ni señales. Al verse Lorenza reflejada años después en el espejo manchado de la imaginación pensó en que precisamente ese fragmento de su vida había sido deleznable, vacío, sin memoria ni materia. No podía encontrarlo por ningún lado.[…]”(p.136)

Lo que no tiene relevancia se borra de la memoria, lo que fue tan desagradable se “olvida” para que no dañe más. Se olvida o hacemos que se nos olvida, pero por desgracia esto no nos libera de cometer los mismos errores una y otra vez. Qué pena que no podamos recordar cada instante de nuestras vidas para no caer en lo mismo una y otra vez, y que bueno que no recordamos todos, porque gracias a ellos podemos vivir libres de recuerdos que no son siempre agradables. Igual y si quiero recordar algo, para eso existen las agendas, y ahora hasta electrónicas, ya sólo será que no perdamos también esto en el laberinto de la mente.








No hay comentarios:

Publicar un comentario