viernes, 18 de mayo de 2012

Las mujeres rotas


Día 66                              
Lectura: Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.

Con esta entrada termino esta segunda historia, de tres que son, continuando con el tema de ayer. El pensar que las mujeres estamos “programadas” para amar de esta forma, nos lleva a un callejón sin salida, a un desconsuelo y fracaso seguro. Sólo que ahora hablaré un poco lo que me inspira la siguiente nota:

“[…] la pérdida de Federico, su desaparición abrupta e inexplicable, el desvanecimiento disparatado que no podía admitir, de un día a otro, sin aviso, la fuga de ese cuerpo y esa alma en los que había depositado no solamente esperanza y amor, sino la razón de su vida y la vida de su razón, el caudal de su existencia y emociones. […]” (p.167)

Esta manera de sentirnos, de ser, convierte a las mujeres en mujeres rotas. Recuerdo la lectura del famoso libro de Simone de Beauvoir: La mujer rota. Lorenza está así, rota por dentro, rota por fuera. Por dentro claramente lo podemos notar en la cita anterior, y seguramente muchas de nosotras nos hemos sentido así, como diría Berenice “por un amor no correspondido”, una ruptura que deja cicatriz. Y por fuera porque socialmente las mujeres “necesitan” un hombre a su lado para ser respetada, admirada.

Me viene a la mente algo que oí recientemente: una chica es acosada por un hombre, constantemente la invita a salir, ella, como único remedio que encuentra, es decirle que le va a preguntar a su esposo sí la deja ir. Considero que esta manera de actuar nos dice mucho de lo que pensamos las y los hombres en nuestra sociedad (no todos, pero sí un grupo considerable). Nosotras como mujeres no tenemos la suficiente seguridad de decir: no quiero; y los hombres al notar la presencia de otro hombre en la propuesta, toman distancia. Como comenté antes, no quiere decir que esto sea en todos los casos, pero sí se da mucho. Por ello, yo aplaudo a aquellas que jóvenes o no, tengan la valentía para hacer valer lo que piensan y sienten ante los demás, sin necesidad de excusarse con el galán.  Y que al terminar una relación, no se rompa.






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