sábado, 19 de mayo de 2012

Memoria en llamas. Tercera y última.

Día 67                         
     
Lectura: Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.


En esta ocasión empiezo con mis reflexiones sobre la última historia, la tercera, del libro que menciono arriba. En esta ocasión es el caso de dos mujeres, aún no sé si sean hermanas porque lo parecen, que al morir el esposo de una de ellas, Daniel, ella le envía una carta a su hermana. Lo que ahora me saltó a la vista es que al hablar del esposo, se aprecia como un juguete, marioneta de sus impulsos sexuales. El hombre es “seducido” y engaña por otra mujer y por lo tanto engaña a su pareja. Pero por alguna extraña razón que por ahora no me explico, termina sus días al lado de la esposa.

“[…] El hecho es que Daniel no combatió con la valentía que lo hizo en otros momentos, dejándose más bien vencer y llevar suavemente por la marea, como si ya quisiera estar lejos, en otra orilla, cediendo al oleaje final que llegó a reclamarlo. […]” (p.167)

He aquí lo que noto: ¿Por qué puede una persona dejarse morir? Porque es lo que se puede apreciar. Si en algún momento de su vida fue un hombre lleno de vitalidad y vigorosidad ¿qué es lo que lo lleva a arrojarse a la muerte? Cuando son de la tercera edad puedo entender que en algunos casos se dejan morir al ya no tener a sus seres queridos al lado, hermanos, padres, amigos, etc. O algunas personas por desconsuelo de lo que ven en su familia, por ejemplo cuando se dan cuenta que los hijos no son lo que ellos pensaban. ¿Por qué otro motivo puede suceder? Por una enfermedad, aun siendo joven pasa esto. Es difícil decir el motivo, pero perder el interés por la vida nos puede llevar a la muerte misma.
Día 67. Buenas noches, esta entrada es una pequeña introducción a la última historia de este libro. Espero puedan darse una vuelta. Saludos.






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