Día 148
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
La tercera edad
representa el reposo y descanso, pero a la vez el fin de una etapa laboral y la
entrar a las enfermedades. Esto es lo que en muchas personas he notado y oído.
Pero no creo que deba ser así, aunque por desgracia el sistema económico capitalista
hace que después de cierta edad las posibilidades de trabajo sean casi nulas.
“-Trabajos, juegos…A los sesenta años
nuestras fuerzas son exactamente las mismas que a los diecisietes. En la antigüedad, los viejos
solían renunciar, retirarse, entregarse a la religión, pasarse el tiempo
leyendo, pensando… ¡Penando!”(p.82)
Pero imagínate que
las cosas fuera como dice la cita: que tuviéramos vitalidad y ganas de seguir
trabajando, cooperando con el capital para el beneficio de la nación, porque en
el momento en que no podemos pensar, leer, reflexionar, los menos beneficiados
seríamos nosotros porque mermaría la salud de nuestro cerebro.
Pero ahora pienso, en
muchas ocasiones aún siendo jóvenes nos comportamos como de la tercera edad, y
que teniendo las “fuerzas” para hacer lo que queramos, en realidad nos
comportamos con miedo y carentes de vitalidad para trabajo en nuestro
desarrollo cultural. No quiere decir que todos, pero sí en varios casos para
esto, en donde la vida sólo se limita a trabajar y tomar, trabajar y tomar,
etc.
Así que si tuviéramos
que elegir entre ser joven sintiéndonos viejo o ser viejo sintiéndonos jóvenes,
no sabría que elegir no por ahora. Bueno, que pensándolo bien, prefiero lo
segundo ¿y tú?[1]
[1] La
ilustración mostrada fue tomada de http://vallededempleo.wordpress.com/2012/07/08/el-hombre-entre-dos-edades/
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