Día 147
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Pensar en una sociedad
no consumista para nosotros es muy complicado, casi imposible. Para muchos que
nacimos en los años ochentas, sinónimo de no consumir era de pobreza; con
algunas personas que he platicado al respecto, de nuestra niñez, coincidimos en
lo mismo: no te compraban algo que no necesitaras.
“Todos los hombres, las mujeres y los
niños eran obligados a consumir un tanto al año. En beneficio de la industria […]
(p.74)
Actualmente no nos
obligan a comprar, ya lo hacemos por costumbre. Si tenemos algo que aún sirve
pero en el fervor del momento de las compras, nos encontramos algo del mismo
tipo, o más “bonito”, lo compramos aunque no lo necesitemos. Somos expertos consumistas.
Hasta muchos niños están acostumbrados a ello. Ahora ya no importa que se sea
pobre o no, los padres compran y compran.
Somos una sociedad
altamente consumista, de eso no hay duda, pero la cuestión sería: ¿quiénes
salen verdaderamente beneficiados de todo esto, nosotros o las industrias? Bien
valdría la pena estudiar más sobre el tema. ¿No crees?[1]
[1] La
ilustración mostrada fue tomada de http://catolicidad-catolicidad.blogspot.mx/2011/11/el-consumismo.html
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