Día 210
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
En varios momentos de
la vida de cualquier persona, no importando la edad, condición física o social,
sentimos la necesidad de ser auxiliados, guiados, iluminados por algo o
alguien, para los embates de la vida, pero en especial para aquellos que
parecen no tener una solución:
“<<Un milagro,
Señor. Haz un milagro>>.” (p.428)
Y se dan esas
soluciones “mágicas” que podemos llamar: milagros. Según el diccionario de la
Real Lengua Española significa un “Hecho no explicable por las leyes naturales
y que se atribuyen a intervención sobrenatural de origen divino.”[1]
Así que cuando tenemos la solución para algo, que parecía imposible, es cuando
se da la mano divina, la respuesta que nadie comprende, ni comprenderá, saliendo
al final todo de forma favorable.
Seguramente has
escuchado más de un relato de milagros, desde curas a enfermedad terminales hasta
hechos sobrenaturales (como podría ser que un río fluyera cuando se creía
muerto y siendo la única esperanza para sobrevivir un pueblo entero). Y al
final, los seres humanos, no nos conformamos que sean soluciones sin respuestas,
y aunque no se sepa cómo exactamente se solucionó, sí le damos una explicación:
la religiosa. Ahora pienso el por qué hay personas que de pronto se vuelven tan
creyentes, seguramente por la gracias de un milagro. ¿Tú has vivido, conocido y/o
sido parte de uno? [2]
[2] imagen mostrada fue tomada de http://eyaculacionpostmortem.blogspot.mx/2011/06/el-milagro-de-la-resurreccion.html
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