Día 208
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Brown, Dan: El Código Da Vinci. Barcelona, Ediciones Urano (Books4pocket), Trad. Juanjo Estrella, 2003.
Las manifestaciones,
y versiones, de la vida de Jesús, no sólo ha sido del interés de los
historiadores, escritores, científicos, etc. Sino también del arte (como lo he
mencionado ya antes, como el caso de Leonardo Da Vinci en la pintura) y en esta
ocasión en especial del cine con el director, actor y Martin Scorsese[1]:
“[…] No lo entendió todo, pero parecía que el gobierno francés,
accediendo a las presiones de los curas, había aceptado prohibir la exhibición
de una película americana llamada La
última tentación de Cristo, en la que Jesús tenía relaciones sexuales con
una señora llamada María Magdalena […]
-¡Es pornografía! ¡Sacrilegio! –gritaba el sacerdote […]
Ese americano, Martin Scorsese es un blasfemo […] ”(p.366)
Esta película (1988), que ya tiene algunas
décadas de su estreno, causó, causa y causará interés, debate, críticas … no
sólo a nivel de la trama de la novela que estoy tratando, sino también en
hombre y mujeres religiosos y no religiosos, al presentar a un Jesús humano,
con vida común y con todo lo que ello conlleva.
Yo hace algunos años la vi y fue novedoso
ante mis ojos el saber, ver e identificarme
con un Jesús común. Pero ¿qué implicaciones tendría un Jesús terrenal? ¿Podría
ser imagen y semejanza, como lo ha hecho hasta ahora, en los preceptos cristianos?
¿Tú crees que mermaría a las bases mismas de la Iglesia si no es divino, pulcro
y sagrado? Un tema espinoso para tratar, pero no deja de ser intrigante y
fascinante.
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