Día 268
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Lo que hay debajo de
nuestros pies, más allá de nuestros pisos y cimientos es algo que permaneces
tan escondido, tan oculto que suena más a inframundo que al mundo mismo. Todos
sabemos que existe pero no lo recordamos, lo hemos olvidado o hacemos que lo
olvidamos.
“[…] Los de la
canalización, aunque llegan con sus tentáculos hasta nuestras casas, están
cuidadosamente ocultos a nuestra vista y nosotros no sabemos nada de la
invisible Venecia de mierda sobre la cual están edificados nuestros cuartos de
baño, habitaciones, salas de baile y parlamentos.” (p.157)
Por muy asqueroso y
poco civilizado que esto parezca es verdad: vivimos sobre la caca de nosotros y
de nuestros vecinos. Si miramos las cosas desde este punto de vista, las eses
de los animales por la calle parecen más decentes que lo nuestro debajo de
nuestros pies a unos cuantos metros. Lo que corre abajo no es agua, no es
sangre, es caca.
Con esta pequeña
entrada tan escatológica, me quedo pensando en cómo huele nuestra ciudad, en lo
que respiramos y pensamos que es lo que te tenemos bajo nuestras calles. A mí
me gusta más pensar, y a quién no, que
hay una ciudad enterrada, oculta ante nuestros pies, parte de nuestra historia.
Mirara hacia abajo no es lo mismo, desde esta perspectiva, que mirar hacia
arriba. ¿no crees? [1]
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