Día 271
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Cuando pasé de niña a
adulta me di cuenta, sentí mejor dicho, poco a poco como las vidas van
adquiriendo una rutina monótona, en muchos casos, en la que vamos quedando
atrapados, hasta sentir que la frescura, el interés y vivacidad de la infancia
se va perdiendo. No quiere decir que siempre pase esto, pero muchas personas,
aunque sea por lapsos cortos o más largos lo sentimos. Si nos enfocamos en el
desarrollo de la profesión u oficio, también pasa esto, como lo podemos leer en
la siguiente cita:
“[…] La sala de espera
estaba repleta, apenas podía dedicarle cinco minutos a cada caso; les recetaba
aspirinas, escribía los certificados de baja para sus empresas y los mandaba al
especialista. Ya no se consideraba médico sino oficinista.” (p.184)
Esta escena seguramente a muchas personas nos suena
conocida. Estar en la sala de espera de un médico, en especial si es de sector
salud en México, es sinónimo de ver, casi siempre, a alguien que no nos
escucha, que nos suena más a una máquina (en muchas ocasiones ni nos revisan) y
que sólo se limita a dar una receta con X medicamento que supuestamente
necesitamos. La anterior descripción es muy buena, porque al sentir que se pasa
de médico a oficinista, significa que sólo hace las cosas de forma mecánicas,
ya no importa la calidad del servicio sino la cantidad. Con esto no quiero
decir que los oficinistas sean malos atendiendo, pero por desgracia podemos
decir que sí la mayoría.
Tal vez alguien me diría, como lo he escuchado, “para eso se
alquilan” pero la verdad es que la situación no se limita a esto, porque yo creo que toda persona que
cae en monotonía, podrá entender este actuar, sea o no médico u oficinista. No
es escusa ni justificación para tratar mal a los demás, pero sí un detonante
que podemos entender y que en cada uno de nosotros está la responsabilidad de
no permitirnos caer en esto, pero si llegara a pasar, cuando nos demos cuenta,
cambiar nuestra actitud. Aunque ese tema de la “responsabilidad” sería
interesante de tratar en otra ocasión.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://merobaronlaurl.wordpress.com/tag/tedio/
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