lunes, 10 de diciembre de 2012

Dr.

Día 271
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.


Cuando pasé de niña a adulta me di cuenta, sentí mejor dicho, poco a poco como las vidas van adquiriendo una rutina monótona, en muchos casos, en la que vamos quedando atrapados, hasta sentir que la frescura, el interés y vivacidad de la infancia se va perdiendo. No quiere decir que siempre pase esto, pero muchas personas, aunque sea por lapsos cortos o más largos lo sentimos. Si nos enfocamos en el desarrollo de la profesión u oficio, también pasa esto, como lo podemos leer en la siguiente cita:


“[…] La sala de espera estaba repleta, apenas podía dedicarle cinco minutos a cada caso; les recetaba aspirinas, escribía los certificados de baja para sus empresas y los mandaba al especialista. Ya no se consideraba médico sino oficinista.” (p.184)



Esta escena seguramente a muchas personas nos suena conocida. Estar en la sala de espera de un médico, en especial si es de sector salud en México, es sinónimo de ver, casi siempre, a alguien que no nos escucha, que nos suena más a una máquina (en muchas ocasiones ni nos revisan) y que sólo se limita a dar una receta con X medicamento que supuestamente necesitamos. La anterior descripción es muy buena, porque al sentir que se pasa de médico a oficinista, significa que sólo hace las cosas de forma mecánicas, ya no importa la calidad del servicio sino la cantidad. Con esto no quiero decir que los oficinistas sean malos atendiendo, pero por desgracia podemos decir que sí la mayoría.


Tal vez alguien me diría, como lo he escuchado, “para eso se alquilan” pero la verdad es que la situación no se limita  a esto, porque yo creo que toda persona que cae en monotonía, podrá entender este actuar, sea o no médico u oficinista. No es escusa ni justificación para tratar mal a los demás, pero sí un detonante que podemos entender y que en cada uno de nosotros está la responsabilidad de no permitirnos caer en esto, pero si llegara a pasar, cuando nos demos cuenta, cambiar nuestra actitud. Aunque ese tema de la “responsabilidad” sería interesante de tratar en otra ocasión.[1]





[1] La imagen fue tomada de http://merobaronlaurl.wordpress.com/tag/tedio/

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