Día 272
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
¿Cómo somos?¿De dónde
lo aprendimos o repetimos? Gran parte con nuestra familia, aunque no sea de
sangre, y otro tanto de amigos, conocidos, maestros, etc. Somos inicialmente lo
que nos enseñaron, y ya más grandes somos lo que decidimos ser, y por ellos se
supone ello no es arbitrario e involuntario, pero la realidad no siempre es así:
“[…] Resulta
tragicómico que nuestra buena educación se convierta en aliada de la policía. No
sabemos mentir. El imperativo <<¡di la verdad!>> que nos inculcaron
mamá y papá actúa hasta tal punto de forma automática que incluso ante el
policía que nos interroga nos da vergüenza mentir. […]” (p.187)
Hay actitudes, acciones y decisiones que son tomadas desde
nuestro inconsciente, aprendidas a lo largo de nuestra vida, de formas
inevitables, porque de un constante obedecer se hacer automático, no es una
elección. Cuando pienso en esto de no decir mentiras, y otras acciones más aprendidas
de órdenes constantes; recuerdo un texto que no he leído pero que sé que habla
de ellos de Michael Foucault: Vigilar y
castigar[1].
Así que no todo lo que hacemos tiene que estar vigilado por
nuestros padres, no por lo menos hasta cierta edad, porque dentro de nosotros
ya tenemos la “voz” que nos dice qué hacer y qué no hacer, es nuestro policía interno,
nuestro guardián del orden, que está ahí para decirnos que hacer y que no. Pero
pensemos en aquellos que tuvieron como guías
a personas con no tan buenas intenciones ¿te imaginas? Esto sí es de dar miedo
¿no crees?[2]
No hay comentarios:
Publicar un comentario