jueves, 21 de febrero de 2013

De las groserías por poder


Día 345
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.



¿A quién le guste sentirse ofendido? ¿A quién le gusta ofender? Lo primero a nadie, pero lo segundo es más común de lo deseado, y en especial en un mundo en donde mayormente se cree que vale más el que se impone sobre el otro. Este posicionamiento ante los demás, si es por medio de hacerlos sentir menos, no es con honor, sino todo lo contrario. Seguramente no me dejarás mentir sobre ello, o porque has sido víctima de alguna ofensa o lo has visto a terceros o tú eres el infractor.


“[…] Tertuliano Máximo Alfonso ha comprendido que su discurso ha sido ofensivo, aparte de inútil, que son muchas las maneras de faltar al respeto que se debe a la inteligencia y a la sensibilidad de los otros, y que ésta había sido una de las más groseras.[…]” (p.118)


Muchas son las formas de ofender, como dice la cita, pero una ofensa nunca deja de ser algo que afecta al ofendido. Que hay ofensas más fuertes que otras, claro que sí, porque no es lo mismo el sólo usar un tono grosero a decir ya una majadería, como la conocida grosería mexicana, mundialmente, de “mentar la madre”. [1]


Aún así, sin pecar de puritana, no estoy de acuerdo en que se use la manipulación, las ofensas o cualquier medio para degradar a otra persona sólo por sentirnos poderosos.



















[1] La imagen fue tomada de http://radioquintanaroo.com/crean-linea-telefonica-para-poder-desahogarse-con-groserias/|

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