domingo, 10 de marzo de 2013

Primera parte del secreto tres para el éxito y la paz interior


Día 362
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 W. Dyer, Wayne: Diez secretos para el éxito y la paz interior. Barcelona, DeBolsillo, (sexta edición) 2005.



Vivir en la ciudad es estar en medio del movimiento, ruido, contaminación y estrés, a diferencia de hacerlos en el campo donde casi ninguna de los anteriores elementos están presenta, digo que casi porque hay personas que, aún estando en zonas de difícil acceso, ya tiene la posibilidad de pagar una señal de televisión por satélite y no dejan de verla siempre. Pongámoslo así: en el campo hay más posibilidades de estar en silencio.


"[…] Todo lo creado proviene del silencio. […] Toda creatividad requiere algo de soledad. Su sensación de paz interior depende de que dedique parte de su energía vital al servicio para recargar sus baterías, eliminar la tensión y la ansiedad [...]" (p.65)


Entre el ruido de los carros, los electrodomésticos y las personas, nuestra ciudad parece un nido de guajolotes. Esto no lo digo con afán de ofender a nadie, pero si lo pensamos bien, así es. En casa, en la calle, el trasporte, y hasta en los hospitales, se logra siempre percibir el ruidos, aunque en algunos lugares más que en otros. Todo lo anterior no es la mayor dificultad para llegar al silencio, cada uno de nosotros, con nosotros mismos, sí lo somos, porque siempre hay un momento, situación o instante en que nos podemos permitir el parar nuestras actividades y pensamientos, en pocas palabras el desconectarnos, para poder disfrutar de la paz que nos puede producir el poder del silencio, pero no siempre estamos acostumbrados y dispuestos ha hacerlo.


Yo soy de las personas que ven muy poco la televisión, y no tengo música todo el tiempo, pero esto no fue de la noche a la mañana. Estando más joven tenía que tener la televisión prendida para poder conciliar el sueño, habito aprendido en mi familia, pero con el tiempo me di cuenta que no me caía bien esto. Así que con el paso de los años, fui alejándome de ruido y metiéndome más al silencio. Gracias a él, he aprendido a alejarme, aunque sea poco, de los gritos de mi mente. Inténtalo, trata de estar en periodos prolongados en silencio, y verás que te quitas un gran peso de encima.[1]




[1] La imagen fue tomada de http://www.danielvasquez.cl/444/trabaja-que-para-eso-te-pago

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