Día 365+91
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.

[…] Cuando
estoy arriba, en mi cuchitril, con sólo recordar e imaginarme el rumor de su
falda, siento deseo de morderme las manos. ¡Por qué se enfada conmigo? ¿Porque
digo que soy un esclavo? ¡Aprovéchese, aprovéchese de mi esclavitud! […]” (p. 51)
Pero ¿realmente
puede alguien estar tan enamorado que pierda toda voluntad sobre sí mismo? esta
es seguramente una pregunta que el propio enamorado no se hace, porque al
sentirse así, lo único que logra es estar en un estado “hipnótico”, sin
voluntad, que en muchas ocasiones es punto clave de abuso para el ser amado. ¿Alguna
vez te has sentido tan enamorado que piensas, y sientes, que has perdido toda
voluntad propia y que eres capaz de hacer lo que sea por el ser deseada?[1]
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