Día 365+120
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Vivir
en la ciudad es distinto a la provincia en muchos sentido, pero todos sabemos
que en el que más lo es, es en el ritmo de la vida misma. Las horas pasan más
lentas y esto hace que se sienta que hacemos más cosas, o el aburrimiento se
hace presente. En cambio en la ciudad suele pasar todo lo contrario, corremos
mucho y el movimiento excesivo nos atrapa también.
“[…] Tan lejos estaba yo de él y de todo lo que tuviera
que ver con mi vida pasada y con la tristeza y la rutina lenta de mi pueblo que
cuando uno meses más tarde vi en el vestíbulo de la pensión me contó unos
segundos reconocerlo. […]" (p. 22)
No
creo que vivir en la ciudad sea mejor que en la provincia, no viceversa, porque
hay personas que se sienten bien, felices y conformes en un lado y para otra no
será así. Pero lo que sí es verdad, es que viviendo en la ciudad uno suele
estar con más distracciones, y puede ser más común tener momentos de
distracción que nos llevan a olvidar a las personas y cosas importantes. [1]
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