Día 365+237
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Será
que en este siglo XXI que una mujer sea virgen es menos importante para los
hombres? ¿O es que nuestra cultura mexicana aún sigue estando empapada de
machismo? ¿Qué se dice entre los jóvenes de secundaria y preparatoria sobre
esto? Yo creo que los grandes cambios se dan no en un día o dos, ni en un año o
tres, en ocasiones son generaciones enteras que tienen que trascurrir para que
haya un cambio significativo en las ideologías porque los que fuimos jóvenes
hace poco, como yo, ahora estamos educando a los más jóvenes, y dicha educación
puede ser en contra de lo que, con conciencia, vivimos y nos pareció poco
certero, o con absoluta y cegadora repetición de todo lo aprendido también por
nuestros padres. Así que partiendo de esto puedo considerar que aún hay mucho
machismo al respecto.
“[…] la virginidad
de la mujer se exige de una manera más inmediata cuando el hombre considera a
la esposa como su propiedad personal. […] la idea de posesión es siempre
imposible de realizar positivamente; en
verdad, nunca se tiene nada ni a nadie; por tanto, uno intenta cumplirlo de un
modo negativo; la manera más segura de afirmar que un bien es mío, consiste en
impedirle a otro que lo use. […] nada parece al hombre más deseable que aquello
que jamás ha pertenecido a ningún ser humano […](p.156)
El
machista cree que todo le pertenece, que es todo poderoso y por ese hecho la
mujer también es de su posesión, como si fuera un objeto y no un sujeto. He
aquí el centro mismo de esta ideología que cree poder dominar todo, y como bien
no lo dice nuestra autora, lo hace por medio de una forma negativa, como diríamos
los mexicanos “agandallándose” de la chica (o chicas) que les gusta antes que
los demás hombres, porque existe una lucha de machista contra machista, en ese
círculo un machista no puede permitir que la mujer de él, que es de su propiedad,
que la vio primero, pertenezca a alguien más; así que no importando de qué
manera tienen que atrapar a su presa aún por medio de engaños, violencia,
chantaje, etc. Y esto no quiere decir que atesore a sus mujeres, y menos en nuestra
cultura que es “monogámica” sino que una vez que la posee en muchas ocasiones
la abandona, pierde su encanto.
Así
que mientras tanto niñas, jóvenes y adultas no entendamos esta forma de actuar
y pensar del machista, y sigamos repitiendo el patrón en nuestros hijos y
relaciones, seguiremos siendo presas del mismo.[1]
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