viernes, 20 de diciembre de 2013

El ejemplo de una madre sumisa

Día 365+283
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Los roles sociales son determinados, como bien lo dice el propio término, por la sociedad y la sociedad la formamos todos nosotros. En nuestra vida diaria, en la cotidianidad, desde la forma en que nos expresamos, hasta el cómo vestimos nos dice más de lo que pensamos sobre ello.


Pensemos en el rol de una madre, en especial en un sistema machista,  ella no sólo debe velar por sus hijos, sino que tiene que vivir para ellos, su ser queda a un lado porque no se le permite tener una vida personal, sería una mala madre.



“[…] la madre pierde su prestigio […] como víctima, es despreciada; como arpía, detestada; su destino aparece como el prototipo de la insulsa repetición; para ella, la vida no hace sino repetirse estúpidamente, sin ir a ninguna parte; obstinada en su papel de ama de casa, detiene la expansión de la existencia, es obstáculo y negación.[…] ” (p.234)



La anterior cita nos dice qué pasa con una hija que ve el rol que lleva su mamá, y que al crecer ella no quiere ser igual; aunque en una sociedad donde los roles femenino y masculino están bien delimitados, es imposible que una mujer deje de cumplir con su deber de madre. Pero ¿acaso lo que dice la anterior cita es algo descabellado? Definitivamente creo que no. Una madre nacida del machismo, y dedicada al mismo, sólo tiene en su vida repetición y desaprobación de sus hijas que no desean ser como ella en el futuro. Yo no creo que pase exactamente lo mismo en los casos en donde las madres dan un ejemplo distinto a sus hijos, por ejemplo que vean que ella también tiene deseos, límites y necesidades que cumplir. [1]



























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