jueves, 31 de octubre de 2013

La menstruación ¿aún es motivo de mitos y tabús?

Día 365+233
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Tanto los hombre como las mujeres, tenemos características físicas que nos distinguen a unos de otros, por ejemplo: la menstruación es exclusiva de las mujeres, ¿Cuándo se ha sabido de un hombre que la tenga? (no podría decir qué pasa con los hermafroditas porque soy ignorante al respecto, sólo puedo imaginar que si se desarrollo más sus órganos internos reproductores, es probable que la presenten) porque los hombres no poseen vagina, que es parte de todo este perfecto órgano femenino que después de todo un proceso biológico hace que las mujeres sangremos al no quedar embarazadas, ellos poseen un pene que también pertenece a otro perfecto órgano sexual que hace que produzca espermatozoides. Pero ¿por qué la menstruación es motivo de vergüenza, burla y mitos?


“A principios de este siglo, en las refinerías del Norte, un reglamento prohibía a las mujeres entrar en la fábrica cuando padecían lo que los anglosajones llaman la curse, la “maldición”, porque entonces el azúcar se ennegrecía. Y en Saigón no se emplean mujeres en las fábricas de opio: a causa de sus reglas, el opio se estropea y se vuelve amargo. […] Toda cocinera sabe que es imposible cuajar una salsa mahonesa si se halla indispuesta o simplemente está en presencia de una mujer indispuesta.” (p.150)



Tal vez lo que acabas de leer te parezca una serie de tonterías, pero la realidad es que aún en nuestro avanzado siglo XXI, existen mucho mitos y tabúes alrededor de la menstruación. ¿Recuerdas a esa compañera de la secundaria que se avergonzó porque macho su falda, y además el pupitre, al tener su periodo? ¿o cuando te sacaron la toalla sanitaria y no querías que la vieran, es más que ni supieran que estabas sangrando? ¿o en esas charlas que iban a dar donde hablan del tema pero sólo podían estar mujeres? ¿o aquel comentario de que alguien olía horrible por estar en esos días? ¿ cuándo no quisiste nadar así? Yo he sabido que algunas mamás aún aconsejan a sus hijas no bañarse esos días. ¿De dónde viene todo esto? ¿Por qué a los chicos no se les hace burla cuando tiene sus primeras eyaculaciones? Todo parte de nuestra educación dominada por el prohibir ver el cuerpo como lo que es, un cuerpo. Porque todo lo que se prohíbe termina convirtiéndose en tabú, en curioso, en intocable. Que el sangrado es un castigo divino, siendo que gracias a este proceso se puede seguir un proceso vital para la vida, tiene que ver más con creencias absurdas, y poco informadas, que con la realidad misma.[1]






































miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Antes o después de la pubertad de las niñas?

Día 365+232
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Dentro de una sociedad donde a las mujeres se les hace menos, se les ve como inferiores, ¿crees que son felices antes de la pubertad? Antes de responder dicha cuestión, recordemos qué es lo que nos pasa a las mujeres en la etapa de la pubertad: el primer y más clara aparición es el crecimiento (aunque sea mínimo) de los senos, después la llegada de la menstruación y posteriormente el ensanchamiento de las caderas. Tal vez el orden no siempre sea el mismo, pero de que pasa, pasa. ¿Qué sentimos las mujeres en con todos estos cambios? Sólo recuerda un poco y lo sabrás, ¿a caso no era un sentimiento de vergüenza, de molestia, de repulsión? No digo que a todas hayamos sentido esto, pero por lo menos las mexicanas, en su mayoría, sí.



“[…] La niña todavía impúber no encierra amenaza, no es objeto de ningún tabú y no posee un carácter sagrado. […]” (p.148)



Así que retomando la pregunta de si las mujeres somos más felices antes de la pubertad, yo creo que sí. Sí en una sociedad que nos hace diferentes cuando cambiamos, cuando tenemos pechos, cuando sangramos, porque hasta nuestros amigos de la primaria ya no nos ven igual, ya empieza a aparecer la mujer que es sujeto de ser sexuada, cosa que antes de que pasaran todos estos cambios, éramos iguales, no teníamos grandes diferencias, por lo menos físicas. Por todo esto que nos dice Simone de Beauvoir que las niñas no son amenaza, ¿para quién?, en un mundo machista para los hombres, para las madres de esos hombres, para nuestros padres, porque después de esto se nos ve como sexo. ¿Te identificas con esta entrada? Yo sí.  [1]





































martes, 29 de octubre de 2013

La necesidad del reposo y la conciencia de la inmortalidad

Día 365+231
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Recuerdo que cuando estaba más joven, en ocasiones deseaba que el día estuviera más largo, que no tuviera la necesidad de dormir porque quería hacer muchas cosas: estar más tiempo con el novio, viendo la televisión, estando haciendo trabajo, que la fiesta durara más, etc. Es más, si llegaba a desvelarme, por alguno de estos fines, no lo sentía como un sacrificio, o pérdida de tiempo, pero la realidad es que mi cuerpo, y en muchas ocasiones también mi mente, me reclamaban descanso, parar un poco, para tomar aire y continuar. Ahora, que aún soy joven (me hecho porras sola) pero que las desveladas me provocan grandes estragos, me doy cuenta que las ganas y la vitalidad que tenía antes no las he perdido sólo que he tenido que aprender a usar y racionalizarlas para mejores fines, ya no como una “chivita loca” que quería comerse el mundo en una sola mordida.



“[…] Y el hombre, a la vez que quiere vivir, aspira al reposo, al sueño, a la nada. No se desea inmortal, y por eso mismo puede aprender a amar a la muerte.[…]” (p.147)



Pero creo también, como bien dice la cita anterior, que esto tiene mucho que ver con una cuestión que no se reduce sólo a mi, sino que nos pertenece a todos los seres humano: el deseo de reposo. Y no sólo por una cuestión biológica sin que en necesaria socialmente y psicológicamente para nuestro correcto desarrollo, me atrevo a decir que mucho de esto depende nuestra felicidad interna, y para una convivencia mejor con los demás, porque ¿acaso no te ha pasado que cuando estas no descansad@ te sientes de malas, con ganas hasta de golpear a alguien?


Y en relación al tener conciencia de nuestra inmortalidad, es más el no desear serlo, creo que esto tiene que ver más con la edad, porque cuando se es niño y adolescente, realmente no se tiene una conciencia de ello, no se piensa mucho en eso (no digo que no se dé pero no como un acto racional) y por tal motivo es hasta una edad adulta cuando los seres humanos desarrollamos esta real conciencia de que no sería tan padre el ser mortal, ¿te gustaría ser eterno, como un vampiro?[1]




































lunes, 28 de octubre de 2013

El hombre con/contra la Naturaleza

Día 365+230
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.






Es difícil pensar humildad en los seres humanos, más en estos tiempo en donde la dominación de unos contra otros, contra los animales y la naturaleza, es violenta y poco compasiva.  Sé que suena muy trágica esta entrada, pero si lo piensas fríamente, muchas personas están en ese juego de a ver quién puede más: mi vecina o yo, mi jefe o yo, mi esposo o yo, este árbol que me estorba o yo, el perro o yo, Dios o yo… Es como mirar a un grupo de perros (y perdón por los perros) pelearse por un hueso.



“El hombre hunde sus raíces en la Naturaleza; ha sido engendrado como los animales y las plantas; sabe muy bien que sólo existe mientras vive.[…]” (p.144)



Los seres humanos con una cultura que respeta a todo lo que la rodea, creo que sí tiene conciencia del papel que ocupa dentro de ella, y saben que son finitos, pero ¿qué culturas podríamos mencionar? Siendo que desde años inmemorables la barbarie humana, junto con la avaricia, el poder, y que creerse inmortales y todo poderosos, ha existido.



Por más que intentemos negar esta parte de la humanidad la realidad es que así como existes bárbaros también hay justos. Los contrarios son necesarios para sobrevivir. Así que yo no pierdo la fé que algún día ganemos más los segundo que los primeros. [1]



































domingo, 27 de octubre de 2013

La complejidad de los mitos

Día 365+228
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





¿Alguna ves le has preguntado a algún hombre si le hubiera gustado ser mujer? Yo que recuerde, una pregunta así tal cual, no; pero lo que sí he oído es conversaciones donde noto que los hombres no aceptan ser feminizados. Ejemplo más claro sobre esto es el juego de los albures en México, porque detrás de todo ese palabrerío, que parecen insignificantes, lo que se esconden y buscan los contrincantes en reducir al otro a mujer, el poseerlo, penetrarlo, gana quien es puesto en un plano de sumisión.



“Siempre es difícil describir un mito; no se deja asir ni cercar; asedia a las conciencias sin jamás haberse plantado ante ellas como un objeto fijo. Es tan ondulante tan contradictorio, que al principio no se descubre su unidad. […]” (p.143)



Los mitos al no estar basado en hechos comprobables, como en el caso de la ciencia, no podemos hablar de leyes que le sean constantes. Un mito al ser parte de una cultura que pasa de generación de boca en boca por sus habitantes, va perdiendo, ganando, aumentando o disminuyendo y casi nunca pasa idéntico de unos a otros. Por eso el mito es algo escurridizo, no se puede atrapar, ni es propiedad exclusiva de nadie, cada persona le pone o quita. Este es el gran dilema con todos aquellos mitos que rodean a las mujeres, mitos como lo relacionados con la menstruación, pero de esto hablaré más adelante en otra entrada. [1]



































sábado, 26 de octubre de 2013

¿Te hubiera gustado ser mujer?

Día 365+228
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.






¿Alguna ves le has preguntado a algún hombre si le hubiera gustado ser mujer? Yo que recuerde, una pregunta así tal cual, no; pero lo que sí he oído es conversaciones donde noto que los hombres no aceptan ser afeminados.  Ejemplo más claro sobre esto es el juego de los albures en México, porque detrás de todo ese palabrerío, que parecen insignificantes, lo que se esconden y buscan los contrincantes en reducir al otro a mujer, el poseerlo  penetrarlo, gana quien es puesto en un plano de sumisión.



“[…] Ningún hombre consentiría en ser mujer, pero todos desean que haya mujeres.[…]” (p.141)



Creo que todo esto bien desde que se le considera a la mujer como alguien inferior, alguien sumiso, que se debe dominar porque es incapaz de conducir su propia vida; a diferencia del hombre que simboliza todo lo contrario: la fuerza, rudeza, madurez, valentía, etc. ¿Crees que alguien que es puesto en un plano de superioridad va querer que se le ponga e uno de inferioridad? Por supuesto que no. Pero ¿no te parecería interesante hacer una encuesta al respecto? Sería bueno saber en realidad que piensan los hombres al respecto, porque para la autora de este interesante libro es que ello son desean ser hombres pero sí que haya mujeres, y creo que esto es porque en la gran mayoría de los casos, ellos dependen más de lo que imaginan de ese “sexo débil”. [1]


































viernes, 25 de octubre de 2013

¿Somos o existimos?

Día 365+227
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




En esta actual lectura me encontré con la noción de ser y existir, ¿qué entendemos en cada caso? Sé que puedo equivocarme pero me arriesgaré a decir lo que he entendido hasta el momento al respecto, si tienes otra opinión te agradeceré que me lo hagas ver. El acto mismo de existir es lo que nos hace estar aquí en el ahora, es el vivir, el ser parte de la naturaleza; en cambio en ser es algo más complejo porque cuando buscamos nuestro ser es cuando podemos tomar la decisión de en dónde, con quién y por qué estar ahí y no en otro lado, el que estudiar  trabajar.


“[…] el hombre alcanza una actitud auténticamente moral cuando renuncia a ser para asumir su existencia […]” (p.140)

Lo que yo entiendo que nos dice Simone es que cuando el hombre acepta que no es todo poderoso, porque al fin y al cabo existe, o sea es parte de la naturaleza misma (contra la cual no puede estar), en pocas palabras que renuncia a lo que es o puede ser para asumir su total y absoluta existencia. Creo que se refiere a que en el momento en que el hombre, con un gran gesto de humildad, se sabe indefenso y vulnerable es cuando logra su plenitud y es auténticamente una persona.[1]


































jueves, 24 de octubre de 2013

Estudio mientras me caso

Día 365+226
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.



Seguramente te tocó escuchar, igual que a mi, a maestros en la escuela que decían que las mujeres no debían de estar ocupando un pupitre porque sólo estudian mientras se casan; no digo que la anterior afirmación no sea verdad, porque sé que sí hay chicas que entran a una buena escuela sólo con el objetivo de encontrar a un buen partido, pero hay casos en donde esto no es así. Por ahora me centraré en el primer caso. ¿Qué lleva a una mujer a esperar que alguien la mantenga? ¿Acaso esto tiene que ver con la educación que se le da desde el ceno materno?



“[…] Los padres aún educan a la hija con vista al matrimonio más que propician su desarrollo personal, y la hija ve en ellos tantas ventajas, que llega a desearlo ella misma; resulta así que, a menudo, está menos especializada, menos sólidamente formada que sus hermanos, se entrega menos totalmente a su profesión; de ese modo, se condena a permanecer inferior; y el círculo vicioso se cierra: esa inferioridad refuerza su deseo de hallar marido.[…]” (p. 134)



Yo estoy de acuerdo con Simone de Beauvoir en que todo comienza con la educación, porque como lo he dicho en otras entradas una cosas es que crea uno que eso es lo correcto en la vida, porque así no lo hicieron ver, a decidir por absoluta y libre voluntad. Si una chica sueña, piensa y desea todo el tiempo con el matrimonio es porque le enseñaron que ese era su fin como mujer, ¿para qué estudiar si te vas a casar más tarde que temprano? La realidad es que muchos padres creen que hacen lo correcto al encarrilar a sus hijas por ese camino, porque a ellos a su vez es lo que les enseñaron, pero no es así en todos los casos, pongamos un ejemplo: una chica deja la preparatoria porque se va a casar, todo parece ir de maravilla, tiene hijos (a una temprana edad) ella se dedica en cuerpo y alma a su casa y de pronto el esposo muere o la abandona, claro que los hijos se los deja, ¿qué va a pasar con ella? Claro está que tendrá que salir a buscar un empleo para sobrevivir ella y sus hijos.[1]

































miércoles, 23 de octubre de 2013

En la eterna espera del príncipe azul

Día 365+225
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





La eterna espera de las mujeres por la llegada del hombre perfecto a sus vidas es algo que se repite a lo largo de generaciones, años y siglos. Nos hacen creer, en la familia, la escuela, el trabajo, la televisión, que esto es lo ideal, que la llave de la felicidad para toda mujer es esa y que se debe conseguir al precio que sean necesario; para ello es importante ser “bellas”, agradables, vírgenes y sumisas, de esta manera llegará el hombre adecuado que querrá dar todo por una y que la tendrá como una princesa, llena de mimos y lujos, como ropa, peinados costosos, casa de ensueño, viajes, etc.


“[…] ¿Cómo no ha de conservar todo su valor el miro de la Cenicienta? Todo estímulo todavía a la joven soltera a esperar del “príncipe azul” fortuna y felicidad antes que a intentar la la difícil e incierta conquista. […]” (p.134)



Así es, muchas mujeres esperamos largo tiempo por ese “príncipe azul” que nos “dará” el lugar que merecemos. ¿Pero necesitamos que alguien más nos dé se lugar?¿Acaso no tendría que ser algo que nosotras mimas nos tendríamos que procurar? ¿Por qué dejar en manos ajenas tan delicadas e importante labor?


El valor que socialmente se nos da a las mujeres, para que valga (que gran tontería) tiene que venir de fuera, de los otros, en especial del otro, del ser amado y nosotras “debemos” dejarnos querer. ¿Y por qué no invertir esta fórmula que tan bien nos han vendido?¿Por qué no pensar que el verdadero y genuino valor es el que nos damos nosotras mismas, desde nuestro interior? Tarea complicada si pensamos que bien nos han enseñado lo contrario ¿no crees?[1]
































martes, 22 de octubre de 2013

¿Por qué las mujeres no nos comportamos igual que los hombres en lo sexual?

Día 365+224
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





La educación familiar a los niños y a las niñas no es igual en nuestra cultura mexicana (¿en dónde sí lo será?), a los primeros se les dicen cosas como que los hombres no lloran, sea machito, eso es cosas de viejas, a quién le dan pan que llore… y a las niñas que cierren las piernas, ese juego es de niños, no sea marimacha, dese a respetar… Los niños se les pone la categoría de rudos y a las niñas de delicadas. Si nos enfocamos en el ámbito sexual esto es claro en los ejemplos que puse anteriormente, los hombres son machos con una gran libido que no puedes controlar y las mujeres deben ser sumisas, moderadas, recatadas, puras y vírgenes.



“[…] Las costumbres están muy lejos de otorgarle posibilidades sexuales equivalentes a las del hombre soltero; en particular la maternidad le está punto menos que prohibida, puesto que la madre soltera es piedra de escándalo.[…]” (p. 134)



Toda mujer que tiene una vida sexual libre de prejuicios se les llama ramera, puta, arrastrada, etc. ¿Por qué? Porque la norma moral social dicta que una mujer no “debe” acostarse con varios hombres, eso es “cosa de hombres”. ¿Alcanzas a ver la trampa? Creo que todo esto tiene que ver con un control claro y preciso contra las mujeres, y las mayores vigilantes al respecto son las propias mujeres.


Desde una edad muy temprana se los taladra con una serie de ideas a las mujeres, y también a los hombres, de lo que se debe y no hacer con argumentos de que eso es malo y esto también y no se nos dan “armas” de elección, sino mecanismos de temor e ignorancia. Creo que el problema no es ser o no ser promiscuas sino por el motivo que se hace, si es por elección, ¿Por qué tendría que ser calificado como malo, sucio o impropio? ¿Qué opinan al respecto?[1]































lunes, 21 de octubre de 2013

Esclavas de casa o del salón de belleza

Día 365+223
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Hace pocos días platicaba con alguien sobre los llamados negocios Salones de belleza o Estéticas, decíamos que algunas mujeres han podido sostener a su familia con este trabajo porque es algo que sí deja, aunque creo que no ha todos se nos dan, porque todos necesitamos cortarnos el cabello (hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas) pero además porque las exigencias de  belleza para las mujeres, más desde que se incorporaron al campo laboral, ha ido en aumento, no con cortar el cabello sino que se pinta, se alacia, se riza, se depila casi todo el cuerpo, se hace arreglo de las uñas de las manos y de los pies, etc.



“[…] En Norteamérica, el trabajo doméstico se ha simplificado mediante ingeniosas técnicas; pero el aspecto y la elegancia que se exige a la mujer que trabaja le imponen una nueva servidumbre; y, además, sigue siendo responsable de la casa y de los hijos.[…]” (p. 132)



El tiempo que debe invertir una mujer en su “belleza” es mucho muy superior que al de los hombres, y aquellos que se esmeran en este aspecto, son considerados afeminados. Pero acaso esta exigencia visual ¿no es social? Definitivamente sí. ¿Por qué las mujeres tiene que cubrir sus arrugas, sus canas? ¿Será a caso porque se nos da un valor mayor por como nos vemos que por lo que somos? Claramente sí. Las mujeres pagan grandes cantidades de dinero, de tiempo y de sufrimiento por complacer a una sociedad. Y tú ¿eres esclava de la “belleza”? Por desgracias casi la mayoría, en mayor o menos medida, lo somos; y eso que lo digo tocándome en bigote. [1]