Día 365+79
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
Hay muchas maneras de saber que se tiene una gran
atracción por alguien, como diríamos coloquialmente cuando se empieza a ver con
ojos de amor, que van desde mirar coquetamente, sonreír, sentir mariposas en el
estómago, pensar todo el tiempo en esa persona, escuchar una canción y querer cantársela,
hacer versos de amor, sentir el deseo de estar sólo al lado de esa persona,
escribir cartas con corazones, sentarse e ir a todos lados juntos, etc.
“- Frida miró
temerosa hacia la puerta. Cuando tenía cinco años un perro le había mordido la
mano y, desde entonces, la verdad es que los perros no le hacían ninguna
gracia. […]” (pp.214-215)
Pero el momento en que todo lo anterior se confirma, en
especial que se gustan, es cuando se dan el primer beso, como le pasó a la protagonista
de este libro. Seguramente en este momento recordarás el primer beso con alguien,
y no me dejaras mentir que después de este acto, que es tan simple pero significativo,
las cosas ya no son iguales. Una de dos: se confirma en agrado por el otro o
pasa todo lo contrario. Pero lo que sí es un hecho, es que aquel que no
recuerde un primer beso sintiendo una serie de sentimientos y sensaciones encontradas,
entonces no es humano. ¿No crees? [1]